Con total impunidad se realizan trabajos de deforestación en los montes aledaños a los ejidos de Caobas y Los Ángeles para habilitarlos como ranchos ganaderos, sin que las autoridades ejidales y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) lo regularicen, denunció el representante de la zona limítrofe, Reynaldo Juárez Guzmán.
El municipio de Othón P. Blanco, de 2011-2018, ha perdido 24 mil 452 hectáreas de superficie de selvas debido a actividades agrícolas y pecuarias, de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
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De acuerdo con el Cuadernillo de la Conafor, Deforestación en Quintana Roo, en el municipio de Othón P. Blanco cinco núcleos agrarios tienen la mayor pérdida de vegetación, el primero es Caobas con 9 mil 941 hectáreas afectadas; en segundo lugar está Laguna Om con 2 mil 742 hectáreas; en tercer lugar se encuentra Ramonal con mil 561 hectáreas; en cuarto lugar el ejido Guadalajara (La Unión) con mil 287 hectáreas y en quinto lugar está Sacxán con mil 164 hectáreas.
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En Caobas el 93 por ciento de la deforestación se debió a la siembra de pastizales para la ganadería, 5 por ciento para el uso urbano y el uno por ciento para la agricultura.
Las tierras que se están deforestando se encuentran a un costado de la ampliación de la carretera Caobas-Arroyo Negro y la estrategia que utilizan es incendiar el monte y luego con maquinaria pesada levantan los restos de la vegetación.
De acuerdo con las versiones de los hombres del campo, no son campesinos los que hacen esos trabajos porque no tienen dinero para rentar maquinaria pesada, mucho menos para fomentar ranchos ganaderos.
La deforestación va asociada con los incendios forestales en los municipios de Othón P. Blanco y Bacalar, debido a la prolongación de la sequía, situación que se aprovecha para realizar el cambio de uso de suelo sin los permisos correspondientes.
El Sur de Quintana Roo ha sufrido los últimos años una pérdida acelerada de selvas, con la consiguiente merma de la biodiversidad y sus ecosistemas, con efecto directo en la cantidad y frecuencia de lluvias, lo que provoca un aumento en las temperaturas de la Península de Yucatán, consideró.
Estas reservas se ven amenazadas por inversionistas ganaderos que vienen de otros estados con la intención de establecer monocultivos de pastos, motivo por el cual se sospecha que clandestinamente toleran el incendio de grandes extensiones de selva.
“Las instituciones responsables del cuidado del medio ambiente deberán intensificar su labor de concientización entre la población campesina para que no sigan deforestando y que aprovechen los cientos de hectáreas que se encuentran ociosas para fomentar nuevos ranchos ganaderos”, concluyó.
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CG