Más de la mitad de las comunidades del municipio no tiene panteón propio, por lo que cuando se registra un deceso, los familiares del fallecido deben buscar un espacio en los cementerios de las localidades próximas o en la cabecera municipal para sepultarlo, comentó la Secretaría General del Ayuntamiento.
Indicó que hay 64 localidades dentro de la jurisdicción del municipio y sólo 31 tienen panteón, por lo que considera necesario que las restantes cuenten con el propio.
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Residentes de esta ciudad, como Daniel Pérez Acosta, Martiniano Chan Ugalde y Juan Cahuich Alonso, comentaron que cuando se crea un nuevo centro de población en esta demarcación, las autoridades municipales deben pedir a los vecinos que habiliten su propio campo santo.
Indicaron que es común que personas de otros poblados del municipio entierren a sus muertos en el panteón municipal. “No está mal, pero lo más recomendable es que la gente de las comunidades habilite un lugar propio para que entierren a sus muertos”.
Chan Ugalde comentó que el panteón ubicado en la cabecera municipal está muy saturado porque se ha permitido, por años, que la gente de comunidades como Dos Aguadas, Adolfo López Mateos, Reforma y El Naranjal, entierren ahí a sus muertos.
El habitante refirió que los entierros en el panteón municipal se deben reglamentar, como se hace en Yucatán, para que se evite que “cualquier hijo de vecino entierre a sus muertitos en ese lugar”.
Por su parte, Cahuich Alonso dijo que desde que llegó a vivir aquí, hace 40 años, ha visto que entierran en el panteón municipal a personas que fallecen de comunidades como El Naranjal, San Isidro, Lázaro Cárdenas, López Mateos, Dos Aguadas y hasta de La Esperanza.
Según él, como en el panteón municipal no se cobra el espacio, la gente de los poblados bajan a sepultar a sus familiares.
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HS