Los usuarios de servicios de transporte de alquiler señalan una preocupante deficiencia en el municipio de Lázaro Cárdenas: la larga espera para acceder a los taxis. Esta espera se debe a la necesidad de que los taxis completen su capacidad antes de iniciar su ruta, o bien, el usuario debe pagar el servicio de flete para llegar a su destino. Además, la falta de paraderos adecuados expone a los usuarios a las inclemencias del tiempo, ya sea el sol abrasador o las lluvias.
Recuerdan que anteriormente el servicio de taxi era aún más complicado debido a las disputas entre sindicatos de Kantunilkin y Nuevo Xcan. En ese entonces, solo brindaban servicio desde el origen hasta el destino, lo que generaba conflictos cuando un taxi llevaba pasajeros en una dirección y había personas esperando transporte en la dirección opuesta.
Hoy en día, aunque el servicio es más accesible, aún se experimentan esperas de hasta dos horas. Los usuarios como Armando Tun sugieren la implementación de vans colectivas para la zona sur, siguiendo el modelo de las vans turísticas para destinos como Cancún, Playa del Carmen o Tizimín.
En cuanto a las tarifas, habitantes de San Ángel mencionan que actualmente los taxis cobran entre 40 y 50 pesos hasta esta localidad, ubicada a 15 kilómetros de Kantunilkin. Sin embargo, no ingresan hasta la comunidad, dejando a los usuarios en el entronque, ya que tienen prisa por llegar al puerto de Chiquilá.
En el puerto de Chiquilá, el transporte se vuelve más complicado. La mayoría de los taxistas esperan la salida de turistas extranjeros para llevarlos al aeropuerto de Cancún u otros destinos, relegando a los locales. Tampoco permiten que los taxistas de Kantunilkin hagan base en el puerto, lo que obliga a los residentes a esperar hasta que algún taxi de la cabecera ingrese para abordarlo y dirigirse a Kantunilkin.
Los usuarios sostienen que una de las deficiencias más notables del servicio es la tardanza, ya que deben esperar a que se completen cuatro pasajeros para que el taxi salga hacia Chiquilá u otras comunidades del sur. En ocasiones, esta espera puede llegar a casi dos horas. A pesar de esto, los operadores de taxi se han mostrado amables en el trato, manteniendo conversaciones amenas durante el trayecto.
Aunque los taxistas son conocidos en la zona y las tarifas se mantienen estables, la falta de paraderos establecidos es un problema persistente. Los usuarios se resguardan bajo la sombra de algún árbol, pero en épocas de lluvias, esta situación se vuelve peligrosa durante las tormentas eléctricas.
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HS