Hoy, hace 19 años, el huracán Wilma tocó tierras quintanarroenses como huracán categoría 4 con vientos superiores a los 265 kilómetros por hora. Causó la muerte de 11 personas tras su paso en Haití, y el 21 de octubre del 2005, llegó a Quintana Roo donde destrozó todo lo que tuvo a su paso, dejando una huella imborrable en la mente de los quintanarroenses.
El impacto económico del siniestro fue uno de los mayores en la historia de México, con un costo sólo para las seguradoras de 2,675 millones de dólares. Su reconstrucción significó una repercusión económica y temporal desmesurada.
El grueso de los daños (97%) los sufrió Quintana Roo y de estos, a su vez, el sector turístico absorbió el 94% del total de pérdidas, aunque fue porque sólo el 12 por ciento de los hoteles contaban con seguros. También hubo pérdidas de menor magnitud en las viviendas y en la infraestructura eléctrica, de acuerdo con el reporte que realizó el gobierno de México en su página oficial.
La ecología de la entidad sufrió importantes estragos también, sobre todo, por el daño causado a las playas; mientras que, en Yucatán se contabilizaron menos afectaciones, ya que el paso del ciclón tuvo una duración menor y sólo afectó el extremo oriental del estado.
Wilma se encuentra clasificado como el huracán más devastador en la historia del estado de Quintana Roo, donde mantuvo 63 horas de afectación continua. La precipitación pluvial fue de 1.5 veces la del promedio anual en esa entidad. Se declararon en desastre 6 municipios de los 8 con los que se contaban en el estado para ese periodo; y 73 de los 106 municipios que conforman el estado de Yucatán.
Cientos de historias se escribieron alrededor del huracán más destructivo y poderoso que se ha visto; aunque habría que contar también que, en 2 meses Cancún anunció al mundo que estaba listo, pues, para el 14 de diciembre ya se contaba con el 80% de los cuartos disponibles, y el resto en reconstrucción o remodelación.
De acuerdo con relatos de locales, Cancún parecía zona de guerra, fueron más de 3 mil postes de energía que se vinieron abajo a causa de los fuertes vientos, lo que causó el colapso de la red eléctrica dejando a las ciudades afectadas sin luz durante, por lo menos, 3 semanas, aunque en las zonas más remotas se habló de meses sin este servicio.
Entran las aseguradoras
Brenda Hernández Arizpe, vocera y consejera de la mesa directiva de la Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas (Amasfac), dice que con base a la última publicación de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), de los 10 eventos más catastróficos que han pagado las aseguradoras en México, cuatro han sido por huracanes; la suma de todos los pagos por esos desastres naturales es de 5,887 millones de dólares (mdd), con cifras a marzo de este año.
Lo anterior se desglosa de la siguiente manera: Wilma (2005), 2,675 mdd; Odile (2014), 1,439 mdd; Gilberto (1988), 1,299 mdd; e Isidore (2002), 474 mdd.
En 2022, el monto de siniestros de riesgos hidrometeorológicos alcanzó los 2 mil 200 millones de pesos, aun cuando fue un año en el que no hubo eventos catastróficos mayores.
En fenómenos como estos no sólo intervienen las aseguradoras mexicanas, si no también Reaseguradoras Internacionales con las que con anterioridad se llevan a cabo contratos para solventar los pagos, precisa Hernández Arzipe.
Menciona que el reto para cumplir con ello se basa en el contrato entre particulares, donde la aseguradora asumió y/o adquirió la responsabilidad de pagar un daño o perdida, es decir, la aseguradora compra el riesgo del daño probable al asegurado (Persona física o Persona Moral).
Cultura de protección
Si bien, la cultura de adquirir un seguro no ha crecido como debería, a pesar de que Wilma expuso la diferencia entre estar protegido o no, tanto en la Zona Hotelera como en el tema del patrimonio personal como en las casas habitación, automóviles y Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES).
“Contratar un seguro es contratar la seguridad de no perder nuestro patrimonio”, dice la vocera, al destacar que el seguro debe verse como un ahorro y no cómo un gasto, y tener la confianza de acercarse a un profesional de seguros para obtener una asesoría especializada para hacer un “traje a la medida” de acuerdo con las necesidades, presupuesto y tipo de seguro a contratar.
Para el presidente honorario de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres, Abelardo Vara Rivera, “la mayoría de los hoteles son de marca y las cadenas hoteleras te obligan, dentro del contrato de franquicia u operación, a tener seguros de todo tipo (lo que no existe en las plataformas como Airbnb y similares), igual para cualquier crédito bancario es indispensable el seguro, que el de Responsabilidad Civil protege a huéspedes y colaboradores”.
Hotelería
Al 23 de octubre de 2005, después de tres días de lluvias torrenciales, Cancún se encontraba prácticamente destruido. Donde 50 mil turistas estaban atrapados en el destino, cuyos hoteles lucían inoperables. Ni los mejores centros de hospedaje habían conseguido resistir los embates de Wilma. La mayoría de las playas del litoral de Quintana Roo desaparecieron por el avance de la marea.
Para ese año, Cancún contaba con poco más de 30 mil cuartos hoteleros, en ese entonces, funcionarios del estado estimaron que la reconstrucción de los hoteles costaría 1.500 millones de dólares y tardaría hasta cuatro meses.
El huracán afectó casi cada centímetro cuadrado de Playa del Carmen, Cancún, Cozumel e Islas Mujeres, pues el 98 por ciento de la infraestructura turística resultó dañada.
El entonces director de la Asociación de Propietarios de Hoteles de Quintana Roo, Jesús Almaguer Salazar, dijo que hasta el 80% de las habitaciones de hotel de la región resultaron dañadas.
Lo anterior significó una noticia devastadora para una región que generaba en ese entonces, casi la mitad de los 11 mil millones de dólares de ingresos anuales por turismo en México.
Ana Patricia Morales, quien era vicepresidenta de la Asociación de Hoteles de Cancún, dijo que la recuperación total podría tardar hasta la semana de Pascua. Morales añadió que todos los hoteles de Cancún se vieron afectados, desde ventanas rotas hasta paredes y techos derrumbados.
Por ello, diversas cadenas hoteleras, como Marriott International decidieron el cierre de sus tres resorts en Cancún hasta finales de ese año para recuperarse de la destrucción de la tormenta y salvar la mayor parte de la lucrativa temporada de viajes de invierno.
La empresa hotelera dijo entonces que todavía estaba evaluando los daños en los tres resorts - el JW Marriott Cancún Resort & Spa, el Casa Magna Cancún Resort y el Ritz-Carlton Cancún - y eximió de cargos por cancelación a los huéspedes con reservas existentes en los tres hoteles afectados hasta el 31 de diciembre de ese 2005.
La reconstrucción duró algo más de seis meses, donde el personal tenía que doblegar las faenas para devolver la rutina y la actividad normal de estas zonas. Hoy en día se han tomado medidas de relevancia para evitar que este tipo de pérdidas materiales y humanas vuelvan a ocurrir, o en todo caso minimizarlas.
Días difíciles
Los días posteriores al paso de huracán fueron difíciles para muchas personas, sobre todo, en México, donde y como se dijo anteriormente, el área turística fue la más afectada de todas, las personas que acostumbraban a salir diariamente a sus actividades en hoteles y posadas, debían tener ahora que esperar la reconstrucción de su lugar de trabajo.
El otro problema lo representó el agua y la electricidad, ciertas regiones fueron afectadas en sus sistemas eléctricos e hidráulicos, por lo que la rutina de vida diaria se llevó varios días, hubo lugares donde el servicio eléctrico se recuperó después de cinco días.
La carencia de agua potable duró hasta dos semanas para restablecerse en algunas zonas, lo que implicaba un riesgo enorme para la salud de los habitantes, sin embargo, se atendieron los casos con diligencia y responsabilidad, evitando la proliferación de enfermedades contagiosas.