Quintana Roo / Cancún

Más de mil deportistas de tocho bandera en Cancún sufren por la falta de canchas

Pese a ser un deporte olímpico, las autoridades han ignorado al deporte de tocho bandera
El club Acereros de Cancún tuvo que adaptarse a practicar en el camellón entre las avenidas Chac Mool y José López Portillo / Rodolfo Flores

Más de 2 mil deportistas, en su mayoría mujeres, que integran los equipos de tocho bandera de Cancún, navegan a la deriva con sus clubes, ante la indiferencia de las autoridades deportivas municipales y estatales, debido a la falta de espacios dignos para entrenar, lo que ha generado la desaparición de algunas ligas, lesiones de sus jugadores, ataques de la delincuencia, temor al entrenar en camellones por ser atropellados, o tener que estar en lugares donde lo esencial, como el alumbrado público, no existe.

Además, la situación los ha orillado a practicar el deporte, que será parte de las Olimpiadas 2028, en Los Ángeles, California, como nómadas en camellones, terrenos baldíos, canchas que han sido abandonadas y que ellos rescatan, en las cuales practican en malas condiciones ante la falta de luz, entre vidrios, lugares que con la lluvia se vuelven pantanosos o en áreas verdes de centro comerciales.

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Mientras, los más afortunados tienen una o dos horas en las canchas de futbol siete de los campos sintéticos, las cuales están secuestradas por promotores deportivos que organizan sus propios torneos, que algunas veces no tienen nada de popular al dar bolsas económicas de casi 25 mil pesos a los campeones.

Ante esta realidad, algunas de las ligas hacen hasta lo imposible por sobrevivir, otras han sucumbido ante los intereses que rodean las unidades deportivas del municipio; tal es el caso de la Liga Peninsular de Raúl Lambert, la cual contaba con 25 equipos, pero que finalmente desapareció, al retirarles su espacio en los campos “Los Toritos”, de la Unidad Deportiva “José María Morelos”, mejor conocida como Fernando “Toro” Valenzuela, por lo que se fueron a refugiar a un área de tierra entre llantas y basura, ubicado a un costado de la avenida Chichén-Iztá, a unos metros de la avenida Kabah, donde se fueron consumiendo sus conjuntos hasta que desaparecieron.

Las canchas son ocupadas por promotores deportivos, quienes les impiden entrenar / Rodolfo Flores

Entre adversidades

Son las cinco de la tarde de un jueves ajetreado; automovilistas pasan por la avenida Chac Mool y por la José López Portillo, mientras en el camellón, que se ubica en la esquina de estas dos arterias, jóvenes y jovencitas llegan con sus mallas y un balón bajo el brazo, sonrientes para practicar su deporte favorito con el cobijo de su coach del club Acereros de Cancún.

Los jóvenes inician sus prácticas sin contratiempos para aprovechar la luz del sol, debido a que el alumbrado público es deficiente; en los alrededores, familias completas se acomodan para ver a sus hijos, hijas o esposos jugar; también llegan algunos vendedores de fritangas y hasta hay un puesto de ropa y enseres del citado deporte.

Mientras, en las vías que rodean el lugar pasan dos patrullas con sirena prendida, le siguen una ambulancia a toda velocidad, distracciones que no desconcentran a los jugadores, debido a que ya son tres años los que han estado en este lugar y están acostumbrados.

Los deportistas llevan incluso alrededor de 3 años jugando en lotes baldíos / Rodolfo Flores

En el terreno de juego improvisado, que es un área de tan sólo 40 metros de largo y 30 de ancho, empiezan el entrenamiento; una jovencita, que es la coreback, recibe el balón y su compañera logra evadir la defensiva del equipo contrario y corre por el terreno disparejo entre montones de pasto irregulares, piedras pequeñas y el peligro de pisar un vidrió; sin embargo, la niña atrapa el ovoide, lo que genera una sonrisa y aplausos de los presentes.

Poco a poco en el horizonte, el astro rey manda sus últimos rayos de luz como un último suspiro, empieza a anochecer. El entrenamiento se apresura, el coach pide una jugada, el campo está en penumbras, se encienden las luces solares, no son suficientes para alumbrar el área de juego, una de ellas parpadea, como que no quiere morir y quiere seguir alumbrando el sueño de estos jóvenes y niños de convertirse en seleccionados nacionales, hoy que el flag pasó a ser una disciplina olímpica.

Sin embargo, la escasa luz mantiene el lugar casi a oscuras, el entrenador empieza a poner los tradicionales conos, pide a sus jugadores que se alineen para arranque del entrenamiento.

Al caer la noche, en ciertos espacios abiertos no hay luz, siendo un problema al momento de entrenar / Rodolfo Flores

Entran las categorías mayores, los experimentados, por lo que empiezan los calentamientos, sin embargo, el correr en un terreno accidentado a media luz hace difícil realizar las jugadas o atrapar el balón, pero los jugadores le ponen todas las ganas, reman contra corriente en un campo que con todas sus dificultades lo hicieron suyo y le agarraron cariño.

Minutos después, termina la práctica, no hay nadie cansado, sólo sonrisas. Los jugadores se despiden, van a ver al puesto de artículos deportivos y poco a poco se retiran del lugar, el cual queda abandonado de nueva cuenta.

Mientras que la lámpara que luchaba para no apagarse y mantener el sueño de los jóvenes de triunfar en su deporte pierde la batalla, se apagó, luchó mucho para mantener su luz viva y con ello, el anhelo de los jugadores de participar en el Tocho 5 de la NFL, y de algún día integrar la Selección Mexicana de Tocho Bandera en las Olimpiadas; sin embargo, mañana será otro día.

Al final, queda solo el área de entrenamiento; no hay nadie. Pasan algunas personas corriendo o en bicicleta por la ciclovía; lo que no se termina y es constante, son las patrullas que pasan con sirena encendida.

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En entrevista con el coach del equipo Acereros de Cancún, Gustavo García, quien entrena en el lugar citado, explicó cómo llegaron hace tres años a este espacio, al cual ya le tomaron cariño.

“Primero estábamos entrenando en un lugar frente a las instalaciones de Bomberos en la avenida Chac Mool, pero vino una feria y ocupo el espacio, y no teníamos donde entrenar, pero nos prestaron un campo de fútbol rápido y ahí empezamos nuestras prácticas, sin embargo, los jugadores comenzaron a lesionarse los tobillos y rodillas, porque la superficie es de cemento, por lo que dejamos el sitio”, explicó.

Ante ello, agregó el profesor que llegaron al camellón mencionado, lugar donde entrenan sus equipos.

“Le hicimos mejoras, ya que la parte central estaba llena de piedras y trajimos una máquina para acondicionar el campo, para que no se tropezara la gente; además, se puso malla de aquel lado, la cual nos las robaron; la luz no es suficiente y tenemos un sistema de riego, pero es solar y no tiene la capacidad para la bomba”, lamentó.

Debido a la cercanía de los jugadores de la "cancha", el entrenador prefiere no moverse a otro espacio para que sigan entrenando / Rodolfo Flores

Pese a la problemática que tienen en la citada área estatal, el profesor reconoció que, al asignarles otro lugar, perdería a sus alumnos, ya que viven cerca del espacio deportivo, por lo que pidieron que la autoridad municipal o estatal los ayude a acondicionar el sitio.

“Hemos tenido muchos problemas para que nos asignen un área, pero ahorita como los niños y niñas son del lugar, si me muevo, tal vez ya no se vayan conmigo, entonces tenemos que quedarnos aquí y tratar de adecuar el espacio para que obviamente nos sigan favoreciendo con este tipo de jugadores que le han echado muchas ganas y dado muchas satisfacciones”, manifestó.

Cuestionado sobre cómo ayuda el deporte para que los jóvenes no caigan en las garras de las drogas y el alcohol, admitió: “al estar distraídos en las labores de la casa, la escuela y el deporte, no les da tiempo para estar pensando en cosas ocias y tener malas amistades, que de ahí viene la problemática”.