En la casa de Asistencia Temporal (CAT) del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Benito Juárez hay actualmente cerca de 120 menores de edad en resguardo, por diversos motivos, como violencia familiar o porque fueron rescatados de las calles, donde eran explotados laboralmente.
Además hay niños que no tienen a dónde ir porque sus padres o tutores están involucrados en delitos de alto impacto, y mientras no se localice a una red de protección familiar, deberán permanecer en ese sitio, convirtiéndose en víctimas de sus propios padres y sufriendo daño colateral y traumas, que en muchas ocasiones requieren terapias psicológicas para superarlos.
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De acuerdo con la psicóloga Carolina Recillas, muchos menores que son rescatados durante un operativo policiaco se ven afectados emocionalmente, pues en dichas acciones hay violencia verbal o física, y lo que ven les puede generar un trauma que debe ser atendido lo antes posible; de lo contrario, su autoestima y sano desarrollo podrán verse afectados.
En este sentido, las autoridades del DIF aseguraron que dichos traumas pueden marcar el desarrollo integral de los menores en custodia, por lo que como parte de su apoyo integral se les proporciona atención psicológica temprana.
Según la más reciente Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres en México (ENIM), más de 1 millón de niños y niñas perdieron el cuidado de sus padres o tutores por factores como violencia intrafamiliar y de género, desnutrición, pobreza, explotación sexual comercial, narcotráfico y consumo de drogas, entre otros; lo que habla de la gravedad de este flagelo social y la necesidad de que existan más instituciones de apoyo para evitar poner en riesgo, cada vez más, el futuro de la niñez en este país.
Obligados a dejar la niñez
Mateo es un adolescente de 13 años, pero a juzgar por su complexión y estatura, parece un niño de 8 o 9, ya que no recibió la alimentación adecuada. Otros como él tampoco se expresan de manera adecuada, porque dejaron pronto la escuela o nunca asistieron.
Él y otros menores en situación similar generalmente llegan del estado de Chiapas con sus padres o algún pariente para buscar una mejor forma de vida, pero luego terminan atrapados por mafias que se dedican a explotarlos laboralmente.
Mateo trabaja vendiendo ropa tradicional yucateca en el Mercado 28 de Cancún. Dice que llegó hace cinco días de Chiapas, pero en realidad se evidencia que son “adiestrados” para contestar de forma “adecuada” a ciertas preguntas. Interrogado por Por Esto! sobre si asiste a la escuela, respondió que sí, pero que ya había salido y que fue a vender un rato para ayudarle económicamente a su mamá. ¿Y dónde está ella? “En Chiapas”, respondió. “¿Quién te cuida? “Mi tía”, respondió sin dudar.
Con un poco más de confianza, reconoció que cada año viene con su madre desde Chiapas, trabajan seis meses y se regresan, así lleva al menos tres años, volviendo al Mercado 28 para comercializar ropa.
Como él, en este icónico lugar de artesanías hay otros menores vendiendo carteras y huaraches, pero también en “Plaza Bonita”, donde Daniel, de 16 años, dijo que trabaja desde hace un año vendiendo artículos de piel, en un horario de 9:30 a 18:30 horas.
Él asegura que terminó la secundaria y dejó los estudios porque no le gustaba la escuela. Él es cancunense y aunque al principio sus padres no estaban de acuerdo con que trabajara, no les quedó más remedio que aceptar, quizá porque era preferible eso a que fuera un niño pandillero.
Además, existen otros menores que son abandonados, descuidados por sus padres, sufren de violencia familiar o abusos y terminan en las calles trabajando o enganchados en el oscuro mundo del crimen organizado, porque la realidad en México es que cualquier niño que trabaja, sobre todo en el ambulantaje y abandona la escuela, es una víctima potencial de los criminales.
De acuerdo con el estudio “Reclutamiento y utilización de niñas, niños y adolescentes por grupos delictivos en México” de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) y el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), entre mil 490 y 2 mil 577 mil menores estaban en riesgo de ser reclutados o utilizados por grupos delictivos en Quintana Roo, durante el 2020.
Cancún es una ciudad que muestra distintos rostros sociales, pues más allá del glamour de la Zona Hotelera, cientos de niños y adolescentes trabajan en las calles, posibles víctimas de trata de personas, explotación infantil o corrupción de menores.
De acuerdo con el más reciente censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Quintana Roo, se calcula que podría haber alrededor de 18 mil menores en situación de calle, muchos son explotados por familiares o grupos criminales, quienes los obligan a trabajar o a mendigar para sobrevivir; sin embargo, la cifra negra seguramente es alarmantemente mayor.
En el último informe sobre la estrategia de atención y protección integral a la niñez y adolescencia en situación de calle 2022-2024, del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), se señala que “los datos de población en situación de calle son limitados, ya que el Inegi implementa sus programas de estadística (censos y encuestas) a través de unidades de observación como son viviendas particulares, en este sentido, la recolección de la información respecto de la población en situación de calle es muy compleja de recopilar y se utiliza un mismo método para identificar a niños trabajadores y niños callejeros, es decir que no existe una definición clara ni homologada para esta población”.
Actualmente, la casa de Asistencia Temporal del DIF de Cancún tiene bajo su resguardo a alrededor de 120 menores que han sido rescatados de las calles, muchas víctimas de violencia y otros por vender en las calles, pero sólo se quedan en la casa de asistencia cuando los encuentran solos o porque los tutores no logran acreditar el parentesco. La mayoría regresan con sus padres, a los que se les informa que es ilegal mandar a los niños a trabajar y se les da seguimiento a cada caso, pero generalmente reinciden.
El año pasado se detectaron a 127 menores laborando en las calles de cinco de los 11 municipios de Quintana Roo, 44 de ellos en Cancún y cuyas actividades eran: limpiar parabrisas, vender chicharrones, dulces, artesanías, tamarindos, pulseras, quesos, abrir puertas de las tiendas de autoservicio y comercio en el tianguis.
Indagan comunidades menonitas
Luego de la tragedia ocurrida en 2022 en un campo menonita de Oaxaca, donde tres menores de edad murieron calcinados mientras dormían en la caja de un tráiler, las autoridades de la Secretaría del Trabajo iniciaron con inspecciones para detectar si había explotación infantil en esas comunidades y para conocer las condiciones en las que viven los niños, pues como se sabe, esa comunidad es muy sustentable, produce sus propios alimentos y los vende, muchas veces en los cruceros.
En Quintana Roo existen varias comunidades de menonitas, cuyos pobladores se trasladan a distintos municipios Benito Juárez para vender sus productos.
Al consultar con las autoridades del DIF si se ha detectado algún tipo de abuso o explotación laboral, se informó que, si bien también hay menores de edad que están en las calles trabajando, se aclaró que han tenido contacto con ellos y con sus comunidades y hasta el momento no se ha detectado ningún tipo de explotación; tampoco se consideran niños en situación de calle, sino que lo que hacen forma parte de sus tradiciones y cultura, pero se aclaró que los derechos de los niños están por encima de cualquier uso y costumbre de la comunidad que sea.
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“Cuando se trata de una comunidad, donde hay usos y costumbres, se debe hacer un trabajo integral y especial. Se hace trabajo social con los adultos y líderes para hacerles ver lo peligroso que los niños salgan a las calles a trabajar. Es difícil que cambien su manera de pensar, pero hay que dejar en claro, que los derechos de los niños están por encima de cualquier uso y costumbre”, aseveró Carlos Arturo Álvarez Escalera, procurador de la Defensa del Menor y la Familia del DIF de Benito Juárez.
Por su parte, la directora del DIF, Marisol Sendo, coincidió en que los derechos de los niños son primordiales. Mencionó que en estas comunidades educan a los niños para colaborar en las labores de sus aldeas porque forma parte de su idiosincrasia.
“En Cancún, hace unos meses, detectamos a una familia vendiendo sobre la Tulum, el grupo se acercó para dialogar se les informó sobre los derechos de los niños, había un menor de edad, se les dio la asesoría, pero entendemos que para ellos es normal que trabajen y ayuden a la comunidad y no hemos detectado en ellos ningún tipo de explotación laboral infantil, pero sí tenemos acercamiento con ellos y se les pide que no se expongan en las calles y ha habido casos de éxito, porque también hay familias de esta comunidad en el DIF, verificamos si los niños tienen registro, si nacieron en México. No viven en la ciudad, sino en comunidades del Sur de Quintana Roo y vienen sólo de paso a Cancún.
Aclaró que la explotación laboral infantil da hasta los 6 años, ya después y antes de los 15 es trabajo infantil, y antes de los 18 se puede trabajar siempre y cuando se den las condiciones que marca la Ley Federal del Trabajo.
La congregación menonita emergió tras las reformas protestantes al cristianismo en el siglo XVI, que buscaban más apego a los principios bíblicos. Su fe, la anabaptista, está basada en principios como el amor al enemigo o la negación a todo tipo de violencia.