Los menores en situación de calle que son explotados están en grave riesgo de caer en los “tentáculos” de los depredadores, porque los manipulan y los reprograman mentalmente con drogas, para obtener beneficios secundarios a través de esa utilización , afirmó Carolina Recillas, abogada penalista y psicóloga que trabajó en la Procuraduría de la Ciudad de México en el área de atención a víctimas.
Aclaró que la explotación laboral se da cuando se ve afectada la integridad física, mental y emocional del menor, porque se trasgreden sus derechos fundamentales como es la educación, la alimentación y las actividades propias de los niños como jugar, porque muchas veces dejan de serlo antes de tiempo y deben tomar decisiones como adultos.
Por otro lado, señaló que instancias como el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) ya no son suficientes, porque cuando los menores llegan a la mayoría de edad ya no los pueden resguardar y es cuando quedan a merced de redes de violencia más grandes, incluso en sitios que son determinados por el mismo organismo.
“Cuando llegan a una determinada edad, el DIF ya no los puede tener en sus casas filtro y ahí mismo es donde existen las redes de violencia más grandes, donde decimos que es una institución de apoyo y protección para los menores, pero en donde se cometen los más grande delitos -y lo digo como abogada penalista-, donde he observado, cómo los grandes delitos contra los menores, surgen en esos lugares que son determinados por el DIF”, alertó.
Mencionó que hay otras instituciones, que realmente realizan una labor social para proteger a esos menores, generalmente son creadas por alguien que vivió esa explotación en carne propia y conocen la verdadera situación de riesgo en la que se encuentran y por ello hay diversas campañas para proteger a los menores con un verdadero apoyo social y no político o gubernamental.
Por otro lado, explicó que cuando se tiene una actividad familiar como una tienda, sí es importante que los jóvenes participen o que aprendan a conocer el valor del dinero, siempre y cuando no se violen sus derechos, porque se cae en una explotación. Esa línea se cruza, cuando se ven obligados a trabajar por necesidad, o cuando deciden salirse de casa debido a que han sufrido de violencia dentro del seno familiar, pensando que en la calle encontrarán un entorno más seguro y no es así, lo que los lleva a verse expuestos a diversos riesgos.
La experta agregó que cuando el niño no se desarrolla adecuadamente, tienen una afectación física y emocional, desde luego que están en riesgo, primero dependiendo del trabajo que realicen porque puede ser peligroso en cuanto a algún accidente, y segundo, porque estando en las calles pueden ser violentados y usados por los depredadores, sin mencionar que dejan de ser niños antes de tiempo y comienzan a ver la vida adulta a una corta edad y ese desarrollo se estanca, cuando han sido explotados laboral o sexualmente, están en las calles y deben tomar decisiones precipitadas, generalmente malas y entran al mudo de las drogas.
En cuando a lo que puedan ganar económicamente en las calles, aseguró que jamás será lo necesario, porque independientemente del monto, nada justificará que dejen de hacer actividades de niños o que abandonen las escuelas.