Ana María Ancona Teigell
“Gracias al diálogo nos acercamos y nos comprendemos cada vez más los unos a los otros.”
Anselm Grün
Hoy en día no sabemos dialogar, se ha perdido la capacidad de estar en la mejor disposición de escuchar atentamente los diferentes puntos de vista, tanto en el ámbito político, social y de trabajo. Si no prestamos atención a lo que queremos debatir de manera educada y respetuosa, no vamos a comprender ni llegar a un entendimiento entre las partes.
El ritmo de vida y las presiones sociales nos hacen menos pacientes y cada vez nos concentramos más en nuestra individualidad. Esto impacta directamente en la capacidad que como sociedad tenemos para comunicarnos. Si fomentáramos esta comunicación entre todos, se resolverían muchos problemas, malos entendidos, mentiras, difamaciones, porque escuchar es igual o más importante que decir.
Aprender a escuchar es aprender a dialogar. El diálogo es la forma de comunicación por excelencia mediante la cual se logra un entendimiento entre las personas que participan en este. Se ha convertido en una herramienta con la capacidad de construir paz, democracia y justicia. Por ejemplo, ante conflictos sociales o bélicos el diálogo siempre es una salida diplomática para evitar violencia y hasta guerras.
Es benéfico para nosotros mismos porque nos da la oportunidad de aprender y mejorar en lo que hacemos, ya que si logramos un intercambio efectivo de ideas, experiencias y opiniones, el resultado es mejor porque aprendemos de las experiencias y diferentes maneras de pensar de los demás; propicia la interacción y consolida la convivencia humana.
Hay que romper los paradigmas del silencio, los monólogos autocomplacientes que crean confusión, culpabilidad, malos entendidos, rupturas y distanciamientos que no nos llevan a ningún lado y si crean muchos conflictos.
El diálogo es muy importante en todo momento, ya que las personas se comunican a través del tono de su voz, de su postura corporal, de sus gestos faciales, etc. También es una retroalimentación entre personas que interactúan de forma directa gracias a una conversación sincera y abierta. Los valores que deben guiar al diálogo son la honestidad con uno mismo y con los demás. El orgullo y la soberbia rompen el diálogo entre las personas y muchas veces es difícil de salvar.
Por eso cuando estés dialogando con alguien hay que evitar las distracciones del entorno, apagar el celular o la televisión y centrarte en el diálogo que estás manteniendo con una o varias personas. Ya que uno de los errores más importantes de no dialogar es hacer hipótesis a partir de interpretaciones subjetivas. Por eso cuando se tienen dudas sobre algo que sentimos o pensamos, hay que preguntar directamente para conocer la verdad, resolver las dudas y tener una buena relación con los que nos rodean.
Las ciencias psicológicas nos recuerdan que el equilibrio de la persona humana sólo se encuentra por medio del diálogo, basado en una relación de comprensión y amor. Porque es una fuerza de espíritu, una voluntad de cortesía, de simpatía y estimación de parte de quién inicia el diálogo y nos obliga a salir de nosotros mismos. Es de vital importancia no confundirlo con la discusión. El diálogo lleva a la comprensión; la discusión, a la enemistad.
El diálogo cara a cara es el más poderoso medio de comunicación, porque nos acerca a la fuente de la amistad, la alegría, la comprensión y la esperanza.