El llamado de las autoridades de Salud y eclesiásticas de quedarse en casa y evitar las peregrinaciones no hizo eco entre los yucatecos, que cumplieron su promesa de refrendar su devoción a la Virgen de Guadalupe pese a que el templo de San Cristóbal, al que cada año acuden miles de personas, ayer y hoy permanecerá cerrado.
Desde las 9 de la mañana comenzaron a llegar grupos de peregrinos al Santuario Guadalupano, personas que según dijeron no les importó el riesgo de ser contagiadas de COVID-19 con tal de cumplir la promesa hecha a la Virgen Morena.
Oscar Pech explicó que cada año viene con el fin de agradecer a la Virgen el poder tener buena salud y trabajo, por la devoción y fe hacia la Madre de Dios.
En esta ocasión lo acompañó Guillermo Chi González, quien lo ayudó a cargar una imagen de la Guadalupana de 2.2 metros de altura que pesa alrededor de 20 kilos, imagen que compró hace tres años en la Ciudad de México cuando visitó la Basílica.
Después de esa vez y por cuestiones de trabajo no había podido participar en alguna peregrinación hasta ayer que decidió salir de Seyé y visitar el templo guadalupano en Mérida que no estaba enterado que iba a estar cerrado, aún así considera que ya cumplió y luego de permanecer unos minutos regresó en bicicleta a su pueblo natal, donde lo esperaban para una novena para la Virgen.
Oscar Pech dijo que le gustaría volver a la Ciudad de México en su bicicleta como lo hizo hace tres años, trayecto que duró 17 días, pero por su trabajo es casi imposible.
Recordó que fue un viaje complicado porque todos los días pedaleaba de 80 a 100 kilómetros por día, y para evitar que el agua que lleva se les gastara solamente bebía un trago cada 40 kilómetros, o bien se salía de la autopista para buscar reabastecerse.
Comentó que lo más complicado fue la subida y bajada de las cumbres, especialmente la subida porque la carretera es muy angosta y hay muchos vehículos pesados y tramos en los que la carretera no tiene vallas, y un descuido y pueden caer desde precipicios de casi 2 kilómetros de altura.
Jesús Agustín Canché Poot, de 16 años de edad, acompañado de Rafael Antonio Rodríguez Narváez, de 17, y Edgar Poot Chan, de 30, originarios de Tetiz, explicaron que salieron de su pueblo el 10 de diciembre rumbo a Izamal y posteriormente a Mérida, como parte de la promesa hecha la Virgen de Guadalupe tal como lo ha hecho en los últimos cuatro años, especialmente éste porque vino a pedirle a la Virgen por la salud de su mamá que está grave.
La primera vez que peregrinó fue de Tetiz a Pisté, luego a Lol-Tun y el año pasado a Tekax.
Por su parte, Alberto Juárez Muñiz, comerciantes de medallas y cubrebocas, dijo que este año le fue muy mal, pues apenas vendió un 20 por ciento comparado con la venta del año pasado y no sabe qué hacer, pues está muy “endrogado” y sus acreedores le llaman a cada rato y no sabe qué hacer, especialmente la empresa Ayuda Económica que no dejan de insistir les paguen a sabiendas que las ventas están muy bajas y se niegan a darle un plazo de gracia.
Comentó que cada año llega a San Cristóbal a las 8 de la noche del 11 de diciembre y se retira a la una de la madrugada, después de descansar una horas regresaba y se quedaba hasta las 8 de la noche, pero esta vez como no hay tanta gente sólo permanecería hasta las 13 horas.
Habsi Chan expresó que cada año acude a San Cristóbal para regalar agua y tortas a los peregrinos, porque sabe que muchos llegan con hambre y sedientos y qué mejor manera de devolver algo de lo que nos da la vida ayudando a otros.
Incluso hubo muchas personas que llevaron a sus bebés vestidos como San Juan Diego, otras como Olga Moguel, residente de la colonia Emiliano Zapata Sur, que se postró de rodillas frente a la reja principal del templo para orar unos segundos y después continuar con su promesa que consistió en transmitir su fe por medio de un equipo de sonido que instaló sobre su automóvil.
JG