Jorge Cortés Ancona
Un personaje muy importante en el desarrollo de la Medicina en Yucatán fue el Dr. Harald Seidelin (1878-1932), tal como se expresa en la exposición temporal “Dinamarca y Yucatán: dos penínsulas que miran hacia el norte”, en el Museo de la Ciudad de Mérida (ex Palacio de Correos).
Este médico bacteriólogo nacido en Aarhus, Dinamarca, vivió en Mérida desde 1906, año en que fundó los Laboratorios del Hospital O’Horán e inició sus cátedras en la Facultad de Medicina, hasta 1910, cuando partió hacia Europa.
Sus aportaciones para el tratamiento de la sífilis y como pionero de la anatomía patológica fueron importantes en nuestro Estado. Entre sus discípulos yucatecos, figuraron los médicos Diego Hernández Fajardo, Abelardo Lara Negrón e Hircano Ayuso O’Horibe.
Una de sus aportaciones fue la creación de un museo de la Medicina, del cual el Dr. Hircano Ayuso y O’Horibe propuso que llevara su nombre conforme al folleto “Museo Seidelin, iniciativa presentada por el doctor a la Facultad de Medicina”, de 1914 y reeditado en 1944. También creó una biblioteca especializada en temas médicos, pero tanto ésta como el museo desaparecieron con el paso del tiempo.
Durante su vida, se aplicó con esmero a la investigación de enfermedades tropicales. El 29 de diciembre de 1911, volvió a Yucatán, comisionado por la Escuela de Medicina de Liverpool para estudiar la fiebre amarilla, la cual llegó a padecer, permitiéndole así estudiarla de manera directa, y en cuya labor empleó cinco meses. Fruto de ello fue el “Informe de la expedición para investigar la fiebre amarilla en Yucatán, 1911-1912” –publicado primero en inglés y luego traducido por Eduardo Urzaiz–, donde incluye al final dos mapas en los que se enseña la distribución del mosquito en Mérida.
Partió de Yucatán el 27 de mayo de 1912, rumbo al mencionado puerto inglés. Más adelante, fue comisionado por el gobierno belga para trabajar en el Congo, donde permaneció 17 años. Falleció el 29 de abril de 1932 en Antwerp, Bélgica, pocos días después de haber regresado a Europa para tratar de reponerse de una enfermedad grave.
Es escasa la iconografía suya en nuestros repositorios, pero una foto en “La restauración de los laboratorios del Hospital O’Horán”, de Efraím Gutiérrez Rivas, folleto impreso en Mérida en 1956, presenta al Dr. Seidelin en su laboratorio del Congo, frente a un microscopio.
El Dr. Gutiérrez Rivas escribió una biografía de Seidelin, en la que se puede ver su retrato. También hay escritos acerca de su vida y obra a cargo de Alejandro Cervera Andrade y Carlos Urzaiz Jiménez. A su vez, el Dr. Eduardo Urzaiz lo incluyó en sus anécdotas ilustradas en cada una de las dos series de “Reconstrucción de hechos”. En ambas, además de retratarlo físicamente y en acción, se subrayan rasgos de carácter de este ilustre médico.
Por información del Dr. Carlos Urzaiz se sabe que el hijo menor de Seidelin, también médico, vino de visita a Mérida en 1981 para conocer el Hospital O’Horán, donde su padre ejerció la investigación y la práctica médicas.
Como expresó Efraín Gutiérrez Rivas en sus memorables “Palabras finales” de su libro sobre el Dr. Harald Seidelin, “libre de romanticismos vanos, el espíritu selecto que alentó en él, lo hizo vivir el mundo ideal propicio para percibir la miseria humana, sin conformarse con lo que muchos encuentran de aceptable en el presente; tuvo la visión perpetua de una tierra prometida, en un horizonte lejano, a la cual se proponía llegar”.
Y aunque los médicos mencionados han contribuido a mantener viva su memoria, tal como esperaba el Dr. Gutiérrez Rivas, hay que seguir avivando la llama en los tiempos actuales.