Gritos, empujones y forcejeos, fue el resultado del desalojo con apoyo de la fuerza pública, de un predio ubicado en la calle 21 entre 30 y 32 de la colonia Los Reyes, en donde estaba instalada desde hace más de 20 años la tortillería y molino “La Salud Meridana”.
En el sitio se presentó una actuaria del Juzgado 1°, con un camión de mudanzas y más de 15 agentes de la Secretaría de Seguridad Pública que arribaron a bordo de las patrullas 6585 y 6620, así como el carro celda 2161 de dicha corporación, los posesionarios del inmueble, Carlos Armando “N” y su cónyuge Mari “N”, opusieron resistencia, se negaban a que los cargadores sacaran sus pertenencias, los policías trataron de someterlos por la fuerza y con la amenaza de que en caso de no colaborar serian detenidos.
A las puertas del molino se reunió una multitud de vecinos que apoyaban a los posesionarios del inmueble y se oponían a que los cargadores sacaran las pertenencias, algún grababan con sus celulares a los policías y decían que no era justo que Carlos Armando y Mari habitaban el predio desde hace más de 20 años y que no era justo que los trataran de esa forma, no obstante inició el desalojó.
Sin embargo reinaba la confusión, la señora Mari decía que todo era por un adeudo de 40 mil pesos, que había pagado en su totalidad pero que no le habían entregado recibo alguno y ahora la deuda alcanzaba los 80 mil pesos.
Sin embargo trascendió que un sujeto de nombre Jorge Gabriel Gamboa Centella, quien nunca habito el inmueble de alguna manera acredito la propiedad e inicio un juicio de desalojo.
Un empleado del juzgado les explicó a los inconformes que sus partencias serian llevadas a una bodega en donde estarían a su disposición o a donde les indicaran que las llevaran, mientras tanto los cargadores empezaron a sacar las pertenencias que se encontraban en la primera habitación, un refrigerador, un molino, varias mesas y un mostrador, entre otras cosa y conforme las iban sacando las subían al camión de mudanzas que estaba estacionado a las puertas del predio, los inconformes decían que había desaparecido una caja con el dinero de las ventas que estaba en el mostrador y culpaban a los uniformados, también decían que el refrigerador era nuevo y responsabilizaban a los cargadores si le pasaba algo.
Cuando los cargadores procedieron a vaciar la segunda habitación, el señor Carlos Armando se aferró a la base de un molino y se negaba a soltarse, las mujeres policías que participaron en el desalojo, lo sujetaron por el cuello para someterlo y trataron de colocarle las esposas, hubo gritos, empujones y forcejeos, las policías no lograban someterlo, sin embargo el posesionario del inmueble al percatase que no tenía opción ante la superioridad numérica se soltó y se hizo a un lado para que terminara la violencia y los cargadores procedieron a sacar todo lo que había en el inmueble.
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GH