“Me siento muy contento, después de mucho tiempo sin vernos, eso fue lo más difícil para mí”, dijo José Román Kantún Bonilla, quien regresó ayer de San Francisco, California, donde estuvo trabajando cinco años para sostener a su familia ante la falta de empleo en su pueblo natal, Santa Elena.
"Irme de mojado no fue nada sencillo porque estaba consciente que marcharme era estar lejos de mi familia (esposa y tres hijos, uno de ellos era una niña recién nacida), pero la necesidad fue lo que lo orilló buscar un trabajo mejor remunerado", aseguró el yucateco.
Por fortuna, explicó el migrante, no tuvo problemas para cruzar la frontera y llegar a San Francisco, donde tenía “contactos” que lo ayudaron a conseguir empleo como lavaplatos. Poco a poco fue ascendiendo hasta lograr ser primer ayudante de cocina, donde trabajo muy duro, pero aprendió a elaborar muchos guisos, por eso, regreso satisfecho y “gracias a Dios” no sólo logró saldar sus deudas, sino que viene con ganas de emprender un negocio para no regresar al vecino país del Norte, donde la vida no es nada fácil.
Comentó que actualmente es muy complicado cruzar la frontera de mojado, porque a diario hay miles y miles de personas que están intentando ingresar a ese país, fenómeno que se ha convertido en el pan de cada día. Lo que hace que la competencia de la mano de obra sea muy cerrada, al grado de que hay que laborar día y noche para conseguir los ingresos necesarios para lograr lo que uno quiere.
Por cierto, el paisano derramó lágrimas de alegría cuando la más pequeña de sus dos hijas corrió a su encuentro y los abrazó bastante emociona y bañada en llanto. Lo mismo que su esposa, María Tun Tun, sus otros dos hijos, cuñada y demás familiares, quienes llegaron con más de dos horas adelantadas y con ganas de volverlo a ver, porque gracias a su sacrificio ahora hay planes de abrir una pizzería, que es una de sus especialidades.
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CC