A poco más de tres años de que fueran cerradas las Grutas de Loltún a consecuencia de la pandemia del COVID-19, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que seguirán sin abrirse ante el riesgo de que los turistas se contagien de histoplasmosis.
El INAH señaló que las grutas permanecerán cerradas debido a la presencia del hongo tóxico para la salud humana que prolifera en el lugar por las condiciones climáticas y la presencia de murciélagos.
El Instituto decidió tomar estas medidas ante los brotes de histoplasmosis que se registraron en la Entidad el año pasado, con cinco turistas que visitaron un cenote de Homún. Sobre el caso, en mayo pasado la Secretaría de Salud federal explicó que “los cenotes son áreas naturales que favorecen el crecimiento del hongo, debido a las condiciones climáticas y la presencia de guano de murciélago en el cenote ubicado en la comunidad de Homún se podría hacer asociación clínica epidemiológica”.
Para evitar problemas similares en las Grutas de Loltún, que junto con las de Balamcanché permanecen cerradas desde 2020, el INAH realizará una cala estratigráfica para determinar si existen las condiciones de humedad que no afecten al organismo y los visitantes puedan ingresar sin ningún riesgo.
Con base a los resultados se determinará las acciones a realizar, por lo que de estar libre de dicho microorganismo se determinará la fecha de la reapertura, de lo contrario, permanecerá cerrada.
Asimismo, señaló que mientras permanezca cerrado el acceso a las grutas, se efectuarán trabajos de restauración de los petrograbados, como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológica (Promeza), para luego iniciar con la cala estratigráfica.
Las grutas de Loltún y Balamcanché fueron cerradas al público en 20 de marzo de 2020 por el COVID-19, pero la problemática se complicó a consecuencia de la abundante precipitación pluvial que se registró ese año como consecuencia del paso de las tormentas tropicales Cristóbal y Gamma, así como de los huracanes Delta y Zeta, categoría 2 y 1, respectivamente, a los que se sumaron diversos Frentes Fríos. Esto generó un lodazal al interior de las grutas, el cual, sumado a la presencia de murciélagos, originó que se multiplicara el hongo causante de la histoplasmosis, de ahí la necesidad de hacer los estudios pertinentes antes de reabrirlas al público.
Las Grutas de Loltún, que en maya significa Flor de piedra y que representa una de las entradas al inframundo o xibalbá, son el sitio arqueológico que contiene la más amplia secuencia cronológica en el Norte de la Península de Yucatán.
Las evidencias culturales en estas grutas sugieren que tuvo un uso como campamento en etapas tempranas y posteriormente habitacional.
Su ocupación se remonta a 9 mil a. C., la más temprana en la Península de Yucatán, incluso antes de la domesticación de las plantas. En su interior se han encontrado restos de fauna del Pleistoceno.
En estas grutas hay evidencia del proceso social que llevó al hombre nómada a convertirse en sedentario, como la domesticación de plantas y animales y posteriormente la incorporación de la arquitectura y la escultura a sus actividades cotidianas.
A partir del Periodo Clásico, las grutas dejaron de utilizarse como lugar de vivienda y sólo existe evidencia de su uso como lugar de abastecimiento de agua.
Los elementos importantes en Loltún son 145 pinturas murales y 42 petroglifos localizados hasta ahora. Desde el comienzo del recorrido los visitantes pueden admirar formaciones que, por su forma, se han bautizado con nombres peculiares como “La catedral”, “La cabeza”, “El gran cañón”, “La mazorca de maíz”, “Infante”, “Pinturas”, “Manos negras”, “El cuarto de las estalactitas” y “Trincheras”.
Dentro de las grutas están las pinturas rupestres: en un muro se aprecian manos en negativo, en otro se localizan pinturas más elaboradas que representan rostros, animales y grecas escalonadas.
En su interior hay una enorme bóveda conocida como “La catedral”, durante el recorrido se ven coloridos juegos de luces y sombras, producidos por el paso de los rayos del Sol a través de varias cavidades. Entre esas últimas destaca una serie de columnas que al golpearlas producen sonidos de diferentes tonos similares al de una campana.
En una de sus cavidades conocida como huechil (del maya huech, armadillo), se realizaron excavaciones donde en sus niveles más bajos se hallaron restos de fauna extinta como huesos de mamut, de bisonte y de un felino.
Además, en Loltún y Balamcanché se encontrados objetos ceremoniales elaborados en materiales como cerámica, lítica y concha, entre otros.
Para los mayas, las cuevas eran consideradas entradas al inframundo y la ceiba era el árbol sagrado, asimilado como un axis mundi que une el cielo, la tierra y el inframundo.
Sobre la histoplasmosis, es una enfermedad pulmonar y hematógena causada por histoplasma capsulatum que a menudo se cronifica y suele desarrollarse tras una infección primaria asintomática. Los síntomas corresponden a los de la neumonía o de una enfermedad crónica inespecífica.
La infección se produce tras la inhalación de conidios (esporas producidas por la forma micelio del hongo) presentes en el suelo o el polvo contaminado con deposiciones de aves o murciélagos. El riesgo de infección es mayor cuando la tala de árboles o la destrucción de edificios genera esporas en el aire (en sitios de construcción en áreas habitadas por pájaros o murciélagos) o al explorar cuevas.
La Secretaría de Salud federal explica que se trata de un hongo que provoca infección, y puede afectar a los pulmones u otros organismos.
Los síntomas de la histoplasmosis son tos y dolor en el pecho que empeora durante la respiración, fiebre, dolor en las articulaciones, escalofríos y llagas en la boca.
La dependencia explicó que los síntomas se intensifican una vez que el virus se esparce por el cuerpo; sin embargo, también argumentó que en los casos más leves no se necesita ningún tipo de tratamiento.
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LV