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Yucatán

'Charlatanes' cobran hasta 20 mil pesos para realizar una ceremonia maya en Tizimín

El ritual de Cha’a Cháak, en Tizimín para pedir que caiga la lluvia es cobrado hasta en 20 mil pesos por charlatanes a falta de sacerdotes mayas
El impulsor de la conservación de la cultura yucateca, Alfonso Petul Cuxim, explicó el proceso para solicitar las lluvias
El impulsor de la conservación de la cultura yucateca, Alfonso Petul Cuxim, explicó el proceso para solicitar las lluvias / Efraín Valencia

A través del tiempo, pobladores conservan las tradiciones del Estado, como en el caso de la ceremonia maya del Cha’a Cháak, que es un ritual de carácter agrícola cuyo fin es la petición de la lluvia a los yumtsilo’ob (señores creadores) como un don y regalo para que las milpas se puedan cultivar cada año, reveló Luis Alfonso Petul Cuxim, principal impulsor de la cultura yucateca.

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“Como todo ritual, posee un proceso particular, en este caso la ceremonia se lleva a cabo en tres etapas: la primera es construir el altar, el cual se realiza en orientación al lak’in (Oriente), de forma cuadrada con maderas y hojas de la planta nativa del ja’abin, en dicho altar se representan los niveles del mundo (cielo, tierra e inframundo); una vez realizado el altar, se hace entrega del santo vino o balché (elaborado de la corteza de un árbol nativo del mismo nombre, al cual se le agrega, agua, miel y en ocasiones aguardiente), este representa la sangre maya. El espacio sagrado en ese momento no sólo lo constituye el altar, sino el solar entero. Para ello, en cada punto cardinal se coloca una cruz, y en el altar otra, lo que representa a los cuatro cargadores del espacio llamados Bacabes y al centro a Hunabkú o Ajaw (un sólo Dios o Gran Señor).

La segunda etapa la constituye la entrega de la santa gracia o sakab, en la que el ser humano ofrece su cuerpo en forma del maíz con el que fue creado. La bebida se coloca en el altar en 12 jícaras alrededor y una al centro. Esta bebida está elaborada a base de mazorcas y es endulzada con miel (como el pozole, pero sin moler). Esta se retira antes de la parte final de la ceremonia.

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En laúltima etapa se entrega la mesa nuevamente, pero antes se saca el pib (entierro de los noj wajes o tortillas principales, elaborados con masa, pepita molida y frijol. Cabe señalar que estos noj wajes son de 13 capas, las cuales representan en términos cristianos a los 12 apóstoles y Jesucristo como cabeza o bien los 13 niveles del cielo. Asimismo, esta última entrega está acompañada de la carne de venado, la de pollo país, no granja y las gallinas son sacrificadas con el balché). Este alimento está ubicado al Oriente del espacio en el cual se lleva a cabo el ritual  y el cho k’ob (k’ool más pedacitos del noj waj) más la fuerza en la oración del sacerdote maya con base en peticiones.

 Un rito en el olvido en varias comunidades

El  Cha’a Cháak es una ceremonia que se ha estado perdiendo a través de las generaciones, pues muy pocos campesinos invocan al dios de la lluvia para que estas caigan en tiempo y forma, reveló  el labriego Miguel Cemé.

Estos ritos están en el olvido, además de que quedan muy pocos sacerdotes mayas que realizan la ceremonia como en el pasado. La mayoría de las personas que actualmente lo hacen son charlatanes y están interesados en el dinero, por lo que cobran de 15 a 20 mil pesos por ritual.

Lamentablemente, entre las nuevas generaciones no parece existir interés por preservar parte de los saberes de la población maya, pues la mayor parte de las ceremonias se han estado perdiendo con el paso de los años.

“Actualmente sobreviven muy pocos sacerdotes mayas que aún practican este ritual sin fines de lucro, pues los charlatanes sólo buscan su beneficio personal y hacer dinero con la cultura”,  afirmó el campesino, quien dijo que  los verdaderos Ha’ Men no cobran por su trabajo, ya que les dieron un don especial para poder ayudar a sus semejantes.

Hacer un ritual también es sinónimo de gasto, pues  en este caso en el altar se ofrecen alimentos a los dioses. Se sacrifican animales como gallinas, pavos y cerdos, que se guisan exclusivamente para ser entregados a las divinidades.

El sacerdote eleva las plegarias para invocar al dios de la lluvia Yum Cháak. Se preparan  panes especiales hechos de varias capas de masa y en medio de cada capa se le agrega pepita molida, luego se envuelven con hojas de plátano o bob y se colocan en  el pib. Cuando ya están cocidas, se colocan en el  xcanché o altar maya para que luego  el encargado del ritual haga la entrega de esta ofrenda para implorar por la lluvia. De acuerdo a las creencias, si se hace con todo el corazón la rogativa de la lluvia,  terminando la ceremonia se observa un intenso aguacero.

Por su parte, el balché se asocia con buenas cosechas, cura de enfermedades y  es un agradecimiento a los dioses, por lo que es común que se reparta esta bebida entre los participantes después de la ceremonia.

 Hasta la fecha, conservar las tradiciones milenarias no ha sido una tarea sencilla, pues por el paso del tiempo se ha estado dejando de practicar, además de que han fallecido la gran mayoría de los sacerdotes mayas.

Existen demostraciones de esta ceremonia en  instituciones educativas y otras organizaciones comprometidas con las costumbres y tradiciones de la cultura yucateca.

En cuanto a los pobladores, muy pocos la siguen practicando, pues muchos han abandonado las milpas y no se interesan en las lluvias.

Por último, se informó que actualmente en los rituales se nota la participación de mujeres, pero en el pasado sólo participaban hombres y no se permitía la presencia de ellas, antes, durante y después de la ceremonia.

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LV 

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