El conflicto entre Israel y Hezbolá ha provocado que alrededor de medio millón de personas en Líbano sean desplazadas desde octubre de 2023, tras una intensa campaña de bombardeos por parte del Ejército israelí. Los ataques, que se intensificaron el lunes con una oleada de bombardeos a gran escala, han dejado un saldo de más de 550 muertos y mil 800 heridos, de acuerdo con las cifras reportadas por el gobierno libanés.
Abdalá bu Habib, ministro de Exteriores del Líbano, señaló durante un acto organizado por el ‘think tank’ Carnegie Endowment for International Peace que la cifra de desplazados ha crecido de 110 mil a casi 500 mil en pocos días. “Los libaneses hemos tenido suficiente guerra”, declaró, subrayando que la situación en Líbano es crítica y difícil de aceptar.
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El ministro también destacó el rol clave de Estados Unidos en la búsqueda de una solución diplomática al conflicto, aunque señaló que el gobierno israelí, encabezado por Benjamin Netanyahu, parece depender de la guerra para mantenerse en pie, lo que complica cualquier esfuerzo hacia un cese al fuego.
"Están causando un gran daño a Líbano y a los libaneses, quienes no están tan implicados en la guerra", afirmó bu Habib, señalando que los ataques no solo afectan a Hezbolá, sino también a la población civil.
Netanyahu mantiene postura bélica
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha sido claro en su intención de continuar los ataques contra Hezbolá, el grupo chií respaldado por Irán. En un mensaje emitido el martes, Netanyahu advirtió que las operaciones militares seguirán en Líbano y pidió a los civiles que abandonen las zonas donde Hezbolá supuestamente almacena misiles.
"Quien tenga un misil en su sala y un cohete en su garaje ya no tendrá un hogar", sentenció el líder israelí.
El conflicto ha tenido efectos devastadores para la infraestructura y la población de Líbano. En tanto, Hezbolá sigue siendo un actor clave en la política libanesa, con representación en el Parlamento y en el Gobierno, lo que ha complicado los intentos de desarmarlo tras la guerra de 2006.
Las perspectivas de un alto el fuego parecen lejanas, mientras el conflicto amenaza con arrastrar al país a una crisis aún mayor, en medio de una ya grave situación humanitaria y desplazamientos masivos.
IO