Cancún es una ciudad joven con una planeación que dio como resultado un destino turístico de talla internacional con bellas playas, abundantes áreas verdes, lujos centros de hospedaje, además de una gastronomía llamativa para los visitantes, sin embargo, lejos de la Zona Hotelera que es el principal atractivo, la ciudad también alberga una gran cantidad de relatos que forman parte importante de historia de Cancún.
En este caso, la historia en cuestión es “El Callejón del Canicazo, el límite del barrio negro”. Este letrero se encuentra en la esquina del retorno Huachinango y la avenida Nader junto a una casa en forma de iglú que alberga una gran cantidad de recuerdos.
Este era un sitio en el que una gran cantidad de trabajadores se reunían después de sus arduas jornadas de trabajo y pertenecía una persona a quien llamaban Ignacio "El Negro Werner", que fue el mismo que decidió colocar dicho letrero en honor a su apodo y al de otros dos amigos a quienes también llamaban así en 1970.
Esta casa fue bautizada como "La Cueva" tanto por su apariencia como por la función que tenía de dar asilo a los trabajadores de INFRATUR (ahora Fonatur), pues fue una de las primeras 15 viviendas construidas en la ciudad, pero era la única en la que se podrían reunir a tomar un trago, además que era la única que contaba con aire acondicionado.
Por otra parte, las personas que aquí se juntaban tomaban una bebida hecha a base de limonada que preparaba el Negro Werner, sin embargo, le agregaban un piquete de Vodka con hielos (o canicas como le llamaban en ese entonces por la forma que tenían), por este motivo es que se bautizó así a este sitio, por el ruido que hacían estas "canicas" al chocar las copas.
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Por otra parte, "limite del barrio negro” es en honor a los tres negros que vivían en ese entonces en Cancún el Negro Werner, el Negro Núñez y el Negro Zaldívar.
MA