Un visitante llamado Jesús tuvo que caminar hasta el Aeropuerto Internacional de Cancún (AIC) luego que perdió o le robaron su cartera con todo su dinero.
Al ser cuestionado acerca de sus razones para caminar, su cara no reflejaba enojo, más bien avanzaba lento, casi sonriente, bajo el nublado cielo de Cancún, sobre el bulevar que comunica la Carretera Federal 307 con la terminal aérea.
El entrevistado sólo se encogió de hombros y, sin reproche en su expresión, alcanzó a decir “no sé, perdí o me robaron mi cartera y tengo que tomar mi vuelo”.
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Su aspecto de turista mochilero evidenciaba el ánimo aventurero con el que enfrentaba la situación, el mismo con el que disfrutó durante algunos días la blanca arena de Cancún, y el mismo con el que ahora desgastaba sus botas mientras avanzaba para tomar su vuelo e iniciar otra aventura.
Viajaba ligero, con apenas una mochila a la espalda y unas pocas pertenencias para desplazarse con rapidez. Tampoco la soledad parecía importarle, saludaba y contestaba con amabilidad a quien se acercase a preguntarle algo.
A diferencia de otros turistas que se desquician cuando pierden sus pertenencias o son víctimas de algún robo, Jesús en todo momento aparentó calma y hasta alegría, pese a tener que despedirse de Cancún sin una de sus pertenencias.
Luego de más de media hora de caminar hacia la Terminal 2, Jesús se dejó ver de nuevo refrescándose en el ambiente climatizado del aeropuerto, caminando de un lado otro para buscar la aerolínea que lo llevaría al Norte del país.
Comía algo mientras mantenía su semblante relajado, esperando al abordaje de su vuelo, quizá sin reprochar que en Cancún perdió o le robaron su cartera. Esto no le impidió disfrutar al máximo del “edén” mexicano.
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AT