El amor por sus hijos ha llevado a mujeres a lugares en los que nadie podría imaginar que terminaría una persona. Así mismo, han aprendido a diferenciar entre huesos humanos y los de animales, indicios que, en su desesperación por obtener pistas sobre el paradero de sus seres queridos, desentierran con sus propias manos en lo que parecen ser sepulcros clandestinos. Desde 2021, cuando se creó el primer colectivo “Verdad, Memoria y Justicia”, hasta el 15 de diciembre del presente año, se han reportado en Quintana Roo mil 306 personas como no localizadas, lo que significa que pudieron haber sido víctimas de un delito.
La fundadora Romana Rivera Ramírez, madre de Diana García Rivera, quien fue “levantada” por error en un antro de la ciudad en febrero de 2020, declaró recientemente que en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) hay aproximadamente mil cuerpos sin reclamar, algunos posiblemente acumulados debido a la apatía evidenciada por la propia Fiscalía General del Estado (FGE). A diferencia de otras familias en la entidad, las madres buscadoras despiertan día tras día con la esperanza de tener noticias positivas sobre sus hijos desaparecidos, por quienes han movido cielo, mar y tierra, soportando toda clase de insultos, burlas, amenazas y agresiones para encontrarlos.
Para doña Mari Pat, como es conocida, este 25 de diciembre los mensajes de buenos deseos y esperanza se transformaron en condolencias, después de que anunciara que el cuerpo de su hija, Francisca Mariner, ya estaba en casa. María Patrón Pat es una madre buscadora que, junto a colectivos, ha evidenciado la ineficiencia de la FGE. Estas inconsistencias salieron nuevamente a la luz al descubrir que el cuerpo de su hija, a quien buscó por más de cuatro años en terrenos baldíos, fosas, basureros clandestinos y otros lugares impensables, siempre estuvo en el anfiteatro. Según la propia autoridad, esto fue resultado de una negligencia por parte de funcionarios que ya están siendo investigados.
Desde hace cuatro años, María dejó de lado el dolor que le provocaba la ausencia de su hija y salió de casa prometiendo a su nieta, entonces una bebé de meses, que no descansaría hasta regresar con la madre de la pequeña. Finalmente, esa promesa fue cumplida. Lamentablemente, Francisca Mariner volvió al hogar de su madre en un humilde féretro que contenía sus restos. Todos esos años, doña Mari orquestó búsquedas junto a otras madres. Transitó caminos maltrechos, removió tierra con sus propias manos, ya que no tenían recursos para herramientas; únicamente las acompañaba una botella de agua.
Enfrentó a autoridades que les daban la espalda. Soportó toda clase de insultos, amenazas y un calvario físico y emocional. En ocasiones, en medio de sus exigencias, colapsaba, pero recordaba por qué luchaba. Se levantaba de una cama de hospital y regresaba a ser la voz de su hija. En cada acción, su mirada reflejaba enojo y su voz, firme, gritaba mil veces el nombre de Francisca, en cada manifestación o bloqueo. Casi sin aliento, pedía que se la regresaran. Y qué decir de sus ojos; fueron inundados de tristeza. Doña Mari, al igual que muchas familias y víctimas de otros delitos, se enfrentó a los argumentos repetitivos de la FGE: “estamos viendo tu caso”, “lo estamos checando”, “no hay recursos”, entre otros. Esta apatía obligó a las familias a crear colectivos y salir a las calles de Cancún a manifestarse.
Realizaron bloqueos que, aunque molestaron a algunos, entre ellos empresarios de la zona hotelera, lograron captar la atención de las autoridades, quienes en repetidas ocasiones les mintieron. El actual Gobierno prometió mesas de diálogo frecuentes, pero hasta ahora no les ha dado la cara. En su momento, les trajeron expertos, pero solo para “calmarlas”. Según doña Mari, la nueva administración de la FGE presentó a un buzo que supuestamente las ayudaría en búsquedas en otras áreas, como lagunas artificiales. Sin embargo, al poco tiempo descubrieron que este solo estuvo en Quintana Roo para “la foto”.
De inmediato buscaron a Raciel López Salazar y se plantaron afuera de la Vicefiscalía para dejar claro que no permitirían más burlas. Rodeada de gente que la quería y sobre todo de su madre que la buscó hasta el cansancio, Francisca Mariner fue sepultada en la tierra que la vio nacer. Debido al estado de su cuerpo, el funeral tuvo que ser breve. Arreglos florales adornaron su féretro y, en medio de cantos, doña Mari se despidió de ella para siempre. No era necesario estar presente para percibir el dolor de esa mujer, víctima de la ineficiencia de la Fiscalía.
Entre lágrimas, doña Mari se disculpó con las personas a quienes afectó con sus bloqueos y manifestaciones, explicando que todo lo hizo por amor a su hija y a su causa. Francisca Mariner regresó a casa el pasado 21 de diciembre, justo la fecha en la que estaba cumpliendo 21 años. Su madre, junto a una de sus hermanas, fue a la Fiscalía donde le avisaron que las últimas pruebas de ADN realizadas a su nieta habían dado positivo; minutos después, la pasaron con Raciel López Salazar, titular de la FGE, a quien le reprochó por todo el calvario que la hicieron vivir. “En repetidas ocasiones les pedí que checaran las pruebas, porque no quería que pasara esto. Cuánto tiempo me la pasé buscando. Él solo me dijo que cuento con su apoyo”, comentó María, quien regresó a Cancún, luego de sepultar a su hija.
La postura de la FGE, desde la llegada de Raciel López Salazar como Fiscal interino, es culpar a cualquiera por una mala administración. Lo cierto es que desde su toma de protesta la incidencia delictiva no ha disminuido. Tan solo el secuestro aumentó un 200 por ciento en los últimos dos meses, y qué decir de las cifras de ejecuciones que esconden, ya que en el último corte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) el Ministerio Público presentó que en el mes de noviembre se iniciaron 29 carpetas de investigación por homicidios relacionados con el crimen organizado, cuando en realidad fueron 43 las personas asesinadas.