Habitantes de colonias irregulares de Cancún, como El Pedregal, lamentaron que las autoridades no les han tendido la mano a pesar de las precipitaciones torrenciales que se registraron el martes y el miércoles, y que dejaron sus calles anegadas, poniendo en riesgo sus endebles viviendas y escasas pertenencias.
Aseguraron que han tenido una semana complicada porque la mayor parte de las casas son frágiles, construidas con láminas galvanizadas, cartón o madera, por lo que tuvieron que protegerlas con lonas para “impermeabilizarlas”; sin embargo, el agua se les filtró por varios lados.
Los denominadores comunes en las zonas de invasión son las calles sin pavimentar o brechas, casas paupérrimas, inseguridad y carencia de servicios básicos. Miles de personas viven en esas condiciones, siendo conscientes que rara vez, o nunca, recibirán apoyos gubernamentales durante la época de lluvias, a menos que se registre un huracán.
Acusan el desinterés en ellos por parte de las autoridades, por lo que saben que “se tienen que rascar solos”. Sus calles nunca las pavimentarán, a menos que entre los colonos se cooperen.
Algunos señalaron tener 24 años viviendo en esta zona, cuando eran pocas familias, pero ahora ya no hay espacios ni lotes.
Cuando viene la temporada de lluvias, comentaron que compran sogas y tratan de protegerse con lonas o lo que tengan a la mano, y aseguran sus pertenencias.
Los recientes aguaceros dejaron intransitables los caminos, aunque de por sí están en malas condiciones, saturados de baches y piedras. Pese a que los automovilistas padecen por esa situación, aseguraron que ya están acostumbrados.
Señalaron que, en esta ocasión, el panorama no fue tan grave, pero advirtieron que de continuar las precipitaciones o en caso de ciclón tropical, la historia será diferente.
En esas situaciones, los pobladores más afortunados, con casas de cemento, suelen dar posada a varias familias, pues la idea de ir a un refugio está descartada ante el riesgo de la rapiña.
Flor del Carmen y Brian Alejandro coincidieron en que cuando se pronostica un meteoro, toman lo que pueden, pero no se van a los albergues para que no les roben lo poco que tienen.
Con el Huracán Wilma salieron volando los tinacos y algunos amanecían en los patios, pero señalaron que las autoridades acuden cuando ya pasó todo o ni se acercan, por lo que entre ellos tienen que apoyarse.
GC