
Desplazados por la pobreza, buscando un mejor futuro, conscientes de la poca calidad de vida que implica la zona selvática, muchas familias de origen indígena se contrataron para cuidar y fomentar extensiones de tierra ocupadas por los pequeños propietarios rurales durante el auge de los terrenos nacionales.
Llegaron con la familia completa, con la promesa de que una vez que se titule el terreno nacional obtendrían un pedazo legal de tierra. Dichas familias fueron creciendo a través del tiempo sin lograr la certeza jurídica del lugar donde viven, quedando en el abandono de las autoridades desde entonces.
Aunque las razones de la migración son las mismas, generadas por el espejismo del destino turístico, al terminar la construcción para la cual llegaron de diferentes estados, principalmente de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, incluso Chapines de Guatemala, encontraron cobijo en las zonas de rancherías, mientras otros ocuparon terrenos nacionales creando colonias irregulares.
De acuerdo con información recabada con personas que tuvieron en su momento grandes extensiones de terrenos nacionales, por la imposibilidad de regularizarlos y pagar la titulación ante la Sedatu, los abandonaron, dando oportunidad a las invasiones masivas.
Auge de terrenos nacionales
La historia de la propiedad rural en Solidaridad data de mucho antes de que el Municipio de Tulum se dividiera, hace más o menos 30 años. En ese entonces, la compra-venta de terrenos nacionales estuvo en auge por varios años, hasta que la Sedatu metió orden y estableció precios para la titulación fuera del alcance de los bolsillos de los posesionarios.
Ante eso, muchos propietarios rurales abandonaron sus terrenos, lo que dejó a la deriva la posibilidad de ser invadidos por migrantes de diferentes estados de la Península de Yucatán y del Golfo de México, quienes hoy en día requieren certeza jurídica en su posesión.
En cambio, otras zonas que lograron fomentar rancherías, contrataron mano de obra para cercar, chapear, cuidar ganado y proteger la zona de invasiones, a cambio de que una vez titulado el predio de terrenos nacionales reciban una parte del mismo en una futura subdivisión, que a la fecha no ha ocurrido.
Habitantes de origen étnico en ranchos ejidales
También en los ranchos fomentados por ejidatarios se encuentran familias de origen étnico, de varios estados, principalmente de Yucatán y Campeche, reconoció un ejidatario que omitió su nombre. Éste aseguró que en su predio hay seis familias. Indicó que por la cercanía a la ciudad los menores en edad escolar se trasladan en bicicleta a la escuela o los llevan en motos por sus papás.
En la carretera principal que cruza la Avenida Juárez hasta Héroe de Nacozari se establecen pequeñas rancherías ejidales habitadas por familias provenientes principalmente de Yucatán para hacer labores de campo, explicó el ejidatario.
Aunque son pocas las familias extranjeras, como los Chapines de Guatemala, se han registrado en algunas zonas viviendo por temporadas, indicó. “Vienen en busca de una mejor vida, alejándose de la ola de violencia que se vive en la frontera con México, buscando un mejor futuro, pero luego se regresan a su país o buscan otro patrón que les dé mejor sueldo”, explicó.
Nuevas invasiones
Para José “N”, ex posesionario de terrenos nacionales, el mayor problema al que se puede enfrentar un nacionalero con documentos en proceso de titulación, es que les invadan terrenos, lo que ya está ocurriendo en las zonas escampadas por los trabajos del Tren Maya. Se están enfocando en las zonas donde hay caminos hechos por la carretera federal.
Por la zona conocida como Punta Maroma, hacia el lado de la selva, se registran invasiones, de las cuales se desconoce si los niños que ahí viven tienen acceso a la educación, atención médica, y programas de desarrollo social, explicó.