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Yucatán

Suspenden trabajos en la zona arqueológica de Kulubá en Tizimín

En 2018 se anunció un proyecto de rescate de la zona arqueológica de Kulubá con una inversión de 18 millones de pesos.
Foto: Efraín Valencia
Foto: Efraín Valencia

Desde hace algún tiempo, la zona arqueológica de Kulubá se encuentran sin atención y a merced de los saqueadores, los trabajos de exploración, investigación, restauración y conservación quedaron en el mayor de los olvidos.

Los 18 millones de pesos anunciados en el año 2018 por el entonces gobernador Rolando Zapata Bello se esfumaron tras la firma del Programa de Aprovechamiento de los Sitios Arqueológicos para el Impulso del Desarrollo Turístico, Social y Cultural en esa parte del Estado, que quedó truncado, y solo quedaron mezclas, polvo de piedra, grava y tambores llenos de agua donde se inició la restauración de uno de los palacios principales, mientras que las otras ruinas siguen bajo enormes raíces de los árboles que celosamente las guardan.

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En el lugar se escucha el ruido de los insectos y el chillido de los monos arañas que buscan alimento en los enormes árboles de ramón y zapote, todo indica que los trabajos anunciados se suspendieron desde hace varios meses, ya que las estructuras están nuevamente cubiertas por la maleza.

En el 2018 la ceremonia para iniciar los trabajos se realizó al pie de una de las estructuras del lugar, donde el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, y Eduardo López Calzada, director del Centro INAH Yucatán, y el entonces gobernador Zapata Bello, firmaron un convenio de aportaciones para impulsar la investigación, restauración y conservación de sitios claves en toda la Entidad.

La rúbrica contempló el Programa de Aprovechamiento de los Sitios Arqueológicos para el Impulso de Desarrollo Turístico, Social y Cultural en el Estado de Yucatán; el antropólogo Prieto Hernández entonces dio a conocer que se destinaría una inversión de 35 millones de pesos que se aplicarían en importantes proyectos en los sitios arqueológicos de: Chichén Itzá, Izamal, Dzibilchaltún, Uxmal y Kulubá, en la que se destinaría, en la primera etapa, 10 millones de pesos para la conservación del Juego de Pelota, así como la consolidación y restauración del área Chichén Viejo, incluyendo el mantenimiento y pintura del mural.

En Izamal se contempló un proyecto de conservación y consolidación con una inversión de un millón de pesos, cantidad igual a la que se destinaría en Dzibilchaltún, donde se contemplaron tareas de exploración y consolidación en la Plaza Sur, la conservación del Templo de las Siete Muñecas; otros 5 millones serían dirigidos a la exploración de la subestructura y a la restauración del costado Oeste del Palacio del Gobernador en la metrópoli prehispánica de Uxmal.

La cifra más importante, que fue destacada en el proyecto dentro del convenio de aportaciones, cuya inversión superaba los 18 millones de pesos, estaba encaminada a la próxima apertura al público de la zona arqueológica de Kulubá, sin embargo, los trabajos no se realizaron; solo hubo una insignificante parte que fue desenterrada en la plaza principal de ese asentamiento, las demás estructuras siguen enterradas y en el lugar actualmente se observan algunos montones de piedra y alrededor se conservan su flora y fauna, entre ellos, los traviesos monos araña.

Kulubá se ubica a 37 kilómetros de la cabecera municipal, es uno de los pocos sitios del Nororiente del Estado que conserva su arquitectura en pie, la que se piensa integrar a la ruta de Ek Balam y Chichén Itzá para el fortalecimiento del turismo cultural.

Este asentamiento mantuvo relación con dichos emporios en los periodos Clásico Tardío (600-1100 d.C.) y Clásico Terminal (circa 800-1200 d.C.), en él se aprecian los estilos Puuc, Chenes, Río Bec y de influencia Itzá, elementos que decoran las estructuras piramidales y los edificios de uso cívico-religioso.

Para llegar hay que recorrer la carretera que conduce a Colonia Yucatán, después se toma el camino hacia Tixcancal, donde hay una desviación de terracería, el acceso ahora es intransitable, pues en la época de lluvias se convierte en un lodazal por las malas condiciones en que se encuentra, muchas de las estructuras se encuentran frente a un rancho que lleva el mismo nombre de las ruinas.

Piedras rescatadas, finamente talladas, están bajo estructuras de palmas de huano a merced de los saqueadores, pues el lugar no tiene algún tipo de vigilancia y todo, al parecer, lo que se anunció con bombo y platillo para poder reactivar la economía de los pueblos indígenas, de los municipios y puertos costeros, ha quedado aletargado en un sueño.

 

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