Chichén Itzá fue descubierta desde el año de 1875, siendo uno de los vestigios más grandes de la cultura maya que hayan encontrado en toda la historia, y si bien de este lugar se cuentan cosas del momento en que todavía tenía habitantes, hay una parte de la historia que no se dice, la de los robos por supuestos exploradores luego de que fuera encontrada en el siglo XIX.
La historia involucra un miembro del gobierno de los Estados Unidos, además de la Universidad de Harvard y miles de piezas perdidas entre coleccionistas desconocidos y ambiciosos.
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Después de su descubrimiento, miles de expertos y fanáticos de la arqueología llegaron para poder ser parte de la historia, encontrando nuevas cosas y más conocimiento, aunque no todos lo hicieron con un propósito noble, como lo fue Edward H. Thompson.
Como fanático de estos temas, consiguió que lo movieran al puesto de Cónsul de los Estados Unidos en Yucatán, y así poder actuar impunemente con sus robos. Pues, teniendo conocimiento de que el cenote cercano al templo era muy importante, compró su finca por solo 375 pesos de la época.
Luego de eso, se pasó siete años, de 1904 a 1911, dragando los tesoros que por siglos estuvieron al fondo del cenote, llevándose todo a su país, y vendiéndolos al museo de la Universidad de Harvard, ya fueran cráneos, huesos, joyas, artesanías o cualquier cosa que encontrara en Yucatán.
El cálculo que se hizo sobre los robos es de, al menos, 25 mil objetos, en el cual las autoridades locales hacían la vista gorda y permitían la fuga de todos los objetos.
¿Cómo fue descubierto?
Otro arqueólogo, Theoberto Maler, un austríaco genuinamente interesado en la cultura maya, sabía de todos los hurtos de Thompson, y junto a la famosa corresponsal del New York Times, Alma Reed, publicaron la historia de los robos hechos por varios años, además del intento de robarse 'El Trono del Jaguar', arrancada de la Pirámide de Kukulcán.
Ante esto, ni las autoridades mexicanas pudieron hacerse de la vista gorda, reteniendo el paquete que ya estaba cerca de salir del país. Además de esto, Reed se había hecho amiga de Thompson, quien le confesó todo a la reportera, información que usó para el artículo que escandalizó a la comunidad arqueológica mundial.
¿Qué pasó con el ladrón?
Thompson terminó siendo expulsado del país, se le confiscaron sus fincas y propiedades, y a la universidad de Harvard se le exigió que se regresaran los artículos robados; de la cual solo regresaron una parte, y hasta 2008 se seguían dando estas devoluciones.
Mientras tanto, Edward terminó el resto de sus días sin enfrentar la ley, asimismo, sus hijos demandaron al gobierno mexicano por el despojo de sus propiedades, terminando en la devolución de las mismas a esta familia en 1944.
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MG