Ixil brilla en la producción hortícola de Yucatán por el cultivo de cebollitas, una variedad única en su tipo, por su sabor, y altamente valorada en la cocina gourmet yucateca, sin embargo, enfrenta el peligro de extinción, ya que solamente ocho familias continúan con su cultivo.
Hoy día, el municipio produce un aproximado de tres toneladas por cosecha, cuando antes se triplicaba o cuadriplicaba esta cantidad. La siembra se desplomó porque la comercialización cayó y los agricultores optaron por sembrar otras verduras.
Según dicta la memoria colectiva de la comunidad, se trata de una especial cebolla solamente cultivada en estos lares y su región, limitándose a la cabecera municipal.
Las cebollitas de Ixil son altamente valoradas por la cocina gourmet que se ofrece en distinguidos restaurantes de la capital del Estado, siendo en el mes de abril, mayo y junio cuando comienza la cosecha y, desde luego, la comercialización del producto.
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Un repaso de la historia de la presencia de este cultivo en la comunidad hace reflexionar sobre la importancia que tienen estos bulbos y de la falta de compromiso local para su conservación y preservación a futuro.
Los pocos trabajos que se han escrito y publicado sobre el origen y la historia de estas cebollitas en dicha comunidad se limitan a presentar el panorama de cultivo como una práctica generacional, aprendida de padres y abuelos, misma que sobrevive hasta nuestros días.
En Ixil, tierra de las cebollitas, monografía del pueblo, de Miguel Orilla, el autor expone su preocupación por la paulatina desaparición de agricultores que cultivan esta especial hortaliza.
Se sabe que el vegetal fue traído a estas tierras en la época de la dominación española, y fueron los conventos franciscanos, casas parroquiales y extensas huertas de los religiosos donde se enseñaron los cultivos para nutrir la cocina de la Entidad. Sin duda es una herencia de los españoles y criollos que se extendió a los solares de los mayas yucatecos.
Lo cierto es que, para mediados del siglo XIX, las cebollitas de Ixil ya eran un distintivo de la comunidad. El periódico La Burla, editado e impreso en la ciudad de Mérida en marzo de 1861 contiene un especial poema titulado: “Adiós a Ixil”, en el cual habla de las cebollitas desde su primer párrafo que dicta: “Tus ricas cebollitas / Y tu árido suelo, / Tu hermoso cenote / que corre veloz, /dicen que me aguarda / el ya dulce leño, / y todos y todos /me dicen adiós. Y en su último verso también refiere que: “Una bella ixileña, que tanto me adora, un par de cebollas por su amor me dio…”.
Sobre este asunto, el cronista Miguel Orilla Canché comentó: “Las cebollitas de Ixil son un símbolo importante de identidad de nuestra comunidad. Y a pesar de que es un orgullo cultivarlas en nuestras tierras, esto se está perdiendo porque son cada vez menos las familias que de se dedican a esta actividad. Si se dejara de practicar se perdería la semilla, la sabiduría de realizar el cultivo, y de guardar la cosecha. Se acabará todo y entonces no tendremos algo que nos quede, sino sólo lamentar no haber puesto en marcha un plan de rescate”.
El cronista comentó que este cultivo es anual y está en peligro de extinción porque sólo ocho familias del municipio continúan realizando la buena obra en sus parcelas y solares ubicados en la cabecera.
Orilla Canché concluyó: “Ojalá que las autoridades correspondientes los apoyen para continuar con esta tradición. Actualmente, han comenzado a florecer las cebollitas y observarlo es un bello espectáculo. Se debe reconocer el esfuerzo que desarrollan para cultivarlas pobladores como doña Justa Cobá, Teresa May, Pato Cen, Milo Pech, Leonardo Aguilar, Moni, Bolita y otros que escapan de mi memoria”.
Lo cierto es que este género de bulbos ha dado identidad cultural al municipio, y desde que ha tomado carta de naturalidad ixileña se puede rastrear como una tradición en el cultivo de más de siglo y medio. Otros pueblos que se distinguen por su producción de hortalizas son Maxcanú con sus jícamas o el maíz amarillo en Mayapán. Las cebollitas de Ixil son apreciadas por el paladar del buen yucateco o turista y su cultivo debe ser ya protegido para evitar seguir exponiéndolo a su lamentable extinción.
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GC