De acuerdo con el último reporte de la Estadística de Nacimientos Registrados (ENR), publicado ayer, durante 2023 se contabilizaron 72 partos de niñas entre 10 y 14 años de edad.
Esta situación plantea varios problemas a futuro. En primer lugar, pone en riesgo la salud de la menor, ya que su cuerpo aún no está preparado para un proceso de gestación. Además, afecta su salud mental, ya que al convertirse en madre, asume roles que aún no le corresponden.
La falta de preparación educativa también se agudiza, lo que dificulta que la madre pueda proveer adecuadamente, comentó Claudia Citlali Hernández Bustamante, directora de Vida y Familia AC (Vifac) en Cancún.
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El documento también reveló que en el estado se atendieron mil 11 partos en menores de 10 a 17 años durante el año pasado. La directora explicó que la mayoría de estas niñas no pueden trabajar, lo que dificulta que sean autosuficientes. Actualmente, se encuentran en la reciente Casa Vifac dentro de la Ciudad de la Alegría, donde se les apoya de manera integral para brindarles mejores oportunidades y mejorar su calidad de vida.
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Dijo que estas niñas necesitan mucha atención psicológica y orientación para mejorar su salud emocional. No es lo mismo una mujer de 20 años que una madre de 10 o 12 años, quienes requieren cuidados adicionales. Generalmente, estas menores no tienen un historial de abuso por parte de personas cercanas. Por lo tanto, además de abordar su situación como madres, es fundamental atender los traumas que puedan haberse generado durante el tiempo que duró el abuso.
De acuerdo con el Gobierno de México, el 26 de septiembre se conmemora en nuestro país el Día Nacional para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes. Este día fue instaurado por primera vez en 2006, con el propósito de sensibilizar a la población en general sobre un tema que impacta la salud y el desarrollo social y económico de la población. La conmemoración oficial de este día fue aprobada en la Cámara de Diputados el 8 de diciembre de 2011.
Esto es importante, ya que el embarazo en adolescentes no solo tiene repercusiones en la salud de las jóvenes y de sus hijos, sino también en las opciones disponibles para su proyecto de vida, en sus relaciones sociales y en sus posibilidades de desarrollo, entre otros aspectos.
Ser madre o padre adolescente suele reforzar una serie de condiciones de vulnerabilidad asociadas a la falta de preparación para esta nueva responsabilidad, las características propias del desarrollo en esa etapa y la adopción de roles de género tradicionales, así como a la pérdida de vivencias y la adquisición de conocimientos propios de la adolescencia.