Caer en la ludopatía nunca había sido tan fácil como ahora, gracias a las disposiciones que ofrece la tecnología, aseguró Iván, director de comunicación del grupo Vuelve a Vivir de Jugadores Anónimos de México. Según señaló, en el último año se registraron visitas por parte de menores desde los 15 años que ya presentaban adicción al juego. Lamentablemente, muchos de ellos nunca regresaron al grupo para continuar con su tratamiento.
Para el consejero, la situación de los jóvenes ludópatas es un tema que ha crecido en los últimos años. Apuntó que la proliferación de casas de apuestas en línea, plataformas de apuestas deportivas y métodos clandestinos como las maquinitas, son las principales formas de enganche. En el caso del internet, la situación es peligrosa, ya que saltarse los filtros de seguridad es una tarea fácil. A esto se suman aplicaciones de préstamos no regulados que permiten a los adictos obtener recursos, aunque esto los lleve a deudas impagables.
El grupo Vuelve a Vivir cuenta en la actualidad con una población de 35 personas, con edades y contextos variados. Aunque en su mayoría las personas suelen ser adultas, la frecuencia de jóvenes aumentó en los últimos años. Según menciona el consejero del grupo, es frecuente que los adictos de menor edad abandonen el tratamiento bajo la idea de que nunca van a endeudarse como las otras personas. Su percepción de seguridad, apunta, es su mayor enemigo, ya que puede llevarlos a gastar más dinero o involucrarse en círculos de apuestas clandestinos.
De acuerdo con la última Encuesta Estatal de Adicciones 2014, realizada por el Coneval, en Yucatán se estima que hay una población de ludópatas que supera a las 11 mil personas. Según comentan desde Jugadores Anónimos de México, esta cifra podría haber aumentado en los últimos años, por lo que no se tiene una perspectiva real de qué tan grave es el problema.
A diferencia de otras adicciones, la ludopatía es un enemigo silencioso, declaró el consejero. Las personas enfermas conviven sin problemas con otros y pueden pasar años sin mostrar señal de preocupación, al menos hasta que tocan fondo. Para un adicto, señala, la única forma de salir es cuando las deudas lo han consumido y las consecuencias empiezan a afectar su vida.