A pesar de que el puerto en Quintana Roo ya fue abierto a la navegación, los más de 100 pescadores libres que se encuentran en Puerto Juárez aún no pueden salir a trabajar. Esto se debe a que el mar de fondo sigue revuelto tras el paso del Huracán Beryl, lo que hace prácticamente imposible la pesca.
Por lo tanto, consideran que no tiene sentido gastar en gasolina y tiempo para regresar sin capturas, lo que los deja en una situación de incertidumbre financiera.
En el último mes, la recolección de productos marinos se redujo hasta en un 85 por ciento, debido a las fuertes lluvias.
Por ejemplo, en un día normal suelen recolectar alrededor de 300 kilogramos, mientras que en el último día solo lograron entre 40 y 45 kilogramos, según mencionó Selene Canché, presidenta de la Asociación de la Unión de Pescadores Libres.
La presidenta mencionó que tanto los restaurantes como las bodegas no sufrieron daños materiales significativos, salvo algunas láminas que fueron arrastradas por los fuertes vientos y la acumulación de arena en las entradas.
Además, hubo recale de pasto marino y sargazo. Expresó que afortunadamente sus compañeros habían tomado precauciones desde días antes, resguardando los objetos de mayor valor y moviendo las 60 embarcaciones fuera de la zona de peligro.
Para los hombres del mar, el peligro aún no ha pasado, dado que quedan unos meses antes de que concluya la temporada de huracanes. Con el anuncio del posible arribo de una nueva tormenta tropical a las playas quintanarroenses, no es momento de bajar la guardia.
Algunos ya han decidido regresar sus lanchas a su lugar habitual, pero otros están esperando para ver cómo evoluciona la situación, ya que sería un gran esfuerzo tener que regresar a la zona de resguardo tan pronto después de haberlas llevado.
Por otra parte, Ángel Poo, pescador con 30 años de experiencia, mencionó que para cubrir los gastos diarios se dedica a hacer artesanías con materiales que encuentra en la playa, las cuales vende fuera de las instalaciones de Ultramar.
Mientras tanto, su esposa recolecta prendas usadas para luego venderlas en tianguis, pero esto apenas alcanza para sostenerse uno o dos días.
Ramón Ortega mencionó que su situación es más llevadera ahora que sólo se ocupa de la manutención de su esposa, dado que sus hijos ya son adultos y tienen empleo propio. Aunque sus hijos le ayudan con algunos gastos o necesidades esenciales, él prefiere no depender completamente de ellos para mantenerse, por lo que sigue trabajando.
GC