Pescados como el pargo y el mero ya quedaron fuera del menú de una familia obrera, por sus precios, que al incrementarse un 20 por ciento equivalen a casi un salario mínimo por kilogramo, señalaron amas de casa.
“Nos resulta más barato comprar carne de pollo y cerdo que pescado, ya se volvió un lujo comer un mero”, dijo Amalia Tuz cuando surtía su despensa en el mercado “Audomaro Magaña”.
Consuelo Narváez, otra ama de casa, manifestó que eventualmente algunos pescadores conocidos le llevan a casa producto más económico, como el chac-chi, que adquiere de 100 a 120 pesos el kilo, pero que costaba 60 pesos antes de la pandemia.
Amalia y Consuelo señalaron que hace dos décadas, el pescado se conseguía a precio similar a la carne de pollo, incluso, algunos pescadores lo remataban a precio más bajo, por su abundancia. Sin embargo, ahora es difícil que vuelva a ser el platillo principal de la clase trabajadora de una zona pesquera.
Según la lista de precios más reciente, el pargo, boquinete y mero se venden a 180 pesos por kilo para freír o en posta; mientras que el abadejo y el filete de coronado a 250 pesos. La langosta se expende a 500 pesos el kilo, aunque por mayoreo se encuentra hasta en 450, desde hace dos semanas, según los directivos.
Los importes están sujetos a la oferta y la demanda y los volúmenes que se extraen son moderados.
Por lo general, los pescadores aprovechan arponear especies de escama después de capturar langosta; otros tiran cordel para sacar para la gasolina. Aquellos que logran un volumen de 15 a 20 kilos de pescado logran cubrir el gasto de combustible y guardar una reserva para el mantenimiento de la embarcación. Con el crustáceo, por lo general, se reparte el ingreso para los tripulantes.
Reclaman extinto subsidio
Actualmente el precio de la gasolina es de 28 pesos por litro y a diario se consumen alrededor de 100 litros, significa un desembolso de 2 mil 800 pesos, equivalentes a 6.2 kilos de cola de langosta. Ya no hay subsidio de combustible para el sector, aunque algunos socios de cooperativas han insistido en que regrese este tipo de apoyo institucional.
Hace más de una década se propuso un cultivo de alevines de cobia, entre otras especies, con apoyo del Gobierno federal pero se canceló de última hora porque el predio donde se iba a desarrollar entró en disputa con un particular.
Los otrora involucrados reconocen que aún ahora es una alternativa para retomar en la zona continental y alimentar a la población laboral.