Los guías de turistas han violado el reglamento faunístico al acariciar y dar de comer a cocodrilos y aves para hacer más atractivos los paseos en lancha en la Reserva Federal de la Biosfera Ría Lagartos, lo que genera estrés en los animales y los conduce a migrar a lugares más tranquilos.
José Cruz Hoil Rajón, uno de los biólogos responsables de la reserva, apuntó que hay numerosos casos de prestadores de servicios que buscan llamar la atención de los visitantes y dar a sus recorridos un plus, teniendo a los ejemplares lo más cercano posible para que puedan capturar buenas fotografías.
Recientemente, se tuvo un caso de un guía que atrajo la atención de un cocodrilo agitando la mano dentro del agua y luego lo tomó por la cola. “Esta práctica es peligrosa, ya que el trabajador se expone a ser atacado, al igual que pone en riesgo a los paseantes”, apuntó.
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Otro acto indebido consiste en atraer a las aves con pescado, lo cual también está prohibido. “Estas acciones no sólo causan dependencia a los animales al acostumbrarlos con alimento seguro, sino también generan agobio a varias especies”, recalcó.
Hoil Rajón explicó que el prestador de servicios, guía local o visitante que viole las disposiciones contenidas en la ley, salvo en situaciones de emergencia, será conminado para abandonar el área por el personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y de la reserva.
“La observación del paisaje, de la fauna silvestre en su hábitat natural y cualquier manifestación cultural de forma organizada debe realizarse sin alterar o dañar el entorno, incluyendo el ecoturismo”, señaló el entrevistado.
El biólogo explicó que los prestadores de servicios y los guías locales serán responsables de los daños ocasionados a los ecosistemas y los elementos naturales, por no acatar las presentes disposiciones y demás leyes.
Tanto los trabajadores como los visitantes deben cumplir con los siguientes lineamientos: no alterar el orden y condiciones del lugar que visitan, causar disturbios auditivos, molestar a los animales o tocarlos, cortar plantas, apropiarse de fósiles u objetos arqueológicos, ni modificar los sitios con valor histórico y cultural.
Cuando se trate de visitas a las zonas de alimentación de los flamencos, las embarcaciones deberán guardar una distancia máxima de acercamiento de 50 metros, mientras la mayor velocidad de navegación será de ocho nudos. En las partes bajas se deberá utilizar palanca o remo para evitar dañar el fondo del estero.
Los prestadores de servicios recreativos tienen la obligación de informar a los usuarios y turistas que están ingresando a un área natural protegida, al igual que explicarles la importancia de su conservación y las condiciones para su visita.
GC