El biólogo ambiental Julián Rojas aseguró que el uso desmedido de agroquímicos para el control de plagas y maleza en los potreros y las áreas donde se cultiva maíz, soya y sorgo en grandes extensiones, ha contaminado los cuerpos de agua al grado de que se han detectado residuos de glifosato en varias especies.
El biólogo explicó que la milpa es el sistema de producción tradicional más importante de la región, ya que se utiliza desde el período Clásico hace aproximadamente 2 mil años por los antiguos mayas y sus descendientes.
Este sistema se basa en el empleo de aclaramientos de carácter permanente efectuados mediante la roza, tumba y quema de la cubierta vegetal de un área, sin embargo, hace una década inició la deforestación al por mayor de la flora para cultivos intensivos, lo que ha afectado gravemente a esta región.
Años atrás, en las milpas se cultivaba principalmente maíz, frijol, calabaza y chile; sin embargo, ahora se plantan soya y maíz transgénico entre otros, que se fumigan por medio de avionetas, drones o helicópteros.
Este tipo de prácticas en la agricultura que arrasan con la vegetación, ha propiciado que la ganadería incremente su popularidad y se extiendan los terrenos de crianza, restringiendo las áreas cultivables por las grandes extensiones de pastizales que requiere esta otra actividad comercial.
La región ganadera del estado ha estado afectando algunos cuerpos de agua que se contaminan con los residuos de las excreciones de los animales de crianza y los agrotóxicos que van directamente al manto freático.
La cría de bovinos constituye una actividad importante en dos modalidades, la ejidal y la privada. La ejidal produce poca ganancia porque la carne tiene poco consumo en la región, por lo que muchos propietarios aprovechan estos terrenos a través de la renta de pasto.
Económicamente, la ganadería privada es más productiva por la disponibilidad de terrenos baratos, los bajos costos de las instalaciones y por el aprovechamiento de los planes de desmonte. En consecuencia, la presión de la expansión de la ganadería provoca una marcada tendencia a fraccionar en parcelas la tierra ejidal.
Lo anterior termina ocasionando la sobreexplotación de la tierra que lleva a la erosión de los suelos, sobre todo en el área de la Reserva de la Ría donde gran parte del material erosionado es depositado en la laguna, lo que contribuye a una grave contaminación por residuos tóxicos derivados de las actividades comerciales como la ganadería y el cultivo.
“Este tipo de residuos tóxicos se han podido encontrar también en especies como la cacerolita de mar, el pulpo y algunos peces que han sido expuestos a estas aguas contaminadas”, expresó Julián Rojas.
